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Zambia, uno de los pocos países africanos que ha conocido dos alternancias democráticas desde la independencia, elegirá el martes a su nuevo presidente tras la muerte, a finales de octubre, de Michael Sata.
El Frente Patriótico (FP), en el poder, presenta como candidato al actual ministro de Defensa, Edgar Lungu, un hombre conocido por su humildad y su cercanía con el pueblo, pero también por su poco carisma.
Su principal rival es el candidato del Partido de la Unidad para el Desarrollo Nacional (UPND), Hakainde Hichilema, un hombre rico y bien relacionado con la élite del país.
Ambos candidatos abogan por la economía de mercado y prometen luchar contra la pobreza atrayendo inversores extranjeros y creando empleo en este país con el 60% de sus 15 millones de habitantes viviendo con menos de dos dólares al día y cuya principal riqueza es el cobre.
La reciente decisión de triplicar los impuestos mineros a riesgo de hacer huir a los inversores se ha convertido en un tema central del debate y ha sido utilizado por Hichilema como arma electoral contra el gobierno y su oponente.
Las luchas intestinas del FP, llegado al poder gracias al difundo Sata, le han hecho perder energía y reputación en los últimos meses.
Si Hichilema vence en estos comicios, se trataría de la tercera alternancia democrática en Zambia en 25 años, un caso único en África austral, donde los partidos se perpetúan en el poder desde hace décadas.
"Cuando los dirigentes zambianos pierden unas elecciones, incluso si llevan en el poder 20 años, no intentan hacer trampas ni aferrarse al mando", asegura Cathal Gilbert, un analista político especialista en Zambia.
Conforme a lo establecido en la Constitución, el vencedor del escrutinio del martes dirigirá el país durante apenas veinte meses, el tiempo que le faltaba a Sata para concluir su mandato. En 2016, se celebrarán nuevas elecciones legislativas y presidenciales.