El discurso de Nicolás Maduro ante una Asamblea Nacional dominada por la aplastante mayoría absoluta de la oposición, representada por la MUD y presidida por el viejo adeco Henry Ramos Allup, ha sido nuevo.

Las novedades del discurso de Maduro, son muchas, muy variadas y de muy diverso calado político.

La primera es la escasa presencia de "palabrotas" y vulgaridades que en discursos anteriores llegaban a ser soeces.

La segunda ha sido la notoria mano ajena que ha redactado su discurso, algo que a todas luces y para todos, no procede de la cabeza del presidente venezolano.

La tercera es las repetidas referencias de Nicolás Maduro a su vicepresidente Aristóbulo Istúriz, exdirigente sindical de Acción Democrática, La Causa R y el partido Patria Para Todos, muy probablemente la única cabeza pensante del actual gobierno.

A lo largo de la lectura de todo su discurso la sombra de Istúriz planeo por hemiciclo, incluso en las improvisaciones.

El discurso de Maduro fue un canto a la reconciliación nacional, haciendo hincapié en preservar el legado de Hugo Chávez y en la defensa de las conquistas sociales del líder desaparecido.

 Maduro no habló de sus conquistas, porque no ha hecho otra cosa que hundir al país, habló de las conquistas de Chávez, y lanzó un desesperado llamamiento a la unidad nacional para salvar al país, en el que por primera vez, en un "discurso chavista" reconocía la pluralidad social e ideológica, llegando incluso a reconocer la necesidad de cambiar el fracasado modelo productivo, sin reconocer que ese modelo fue creado por Hugo Chávez.

Nada volverá a ser como antes

Maduro ha reconocido implícitamente, que el chavismo, en solitario, no está en condiciones de sacar al país de la crisis, al decretar el estado de emergencia económica, lo que es un reconocimiento explícito de su propia incapacidad.

Llegó a proponer la creación de un organismo, que se encargue de tomar las medidas de emergencia, presidido por un independiente y que agrupe al capital público y privado.

Acudió a la Asamblea Nacional a pedir el apoyo de la oposición, no sin antes afirmar que reconocería los resultados de las urnas en caso de ser derrotado, y afirmar que el chavismo está dispuesto a un pacto nacional para salvar al país de la bancarrota, hizo un canto a la unidad de todos los venezolanos y llegó incluso a bromear con algunos diputados de la oposición.

Se permitió el lujo de hacer una autocrítica generalizada, que sirviera a su vez de cortina de humo para no reconocer su incapacidad y la de su gobierno.

Y al final de su discurso, se vio obligado a anunciar el aumento del precio de la gasolina, algo que ningún gobierno en la historia reciente de Venezuela se ha atrevido y que supone una de las medidas más drásticas que habrá de soportar una población acostumbrada a la gasolina más barata de todo el planeta.

La respuesta del presidente de la Asamblea, Henry Ramos Allup, fue clara y sin rodeos, para general desconcierto de la bancada chavista.

Nicolás Maduro, pretende aparecer como el padre de una transición, que perdone sus pecados a la vez que traslada a otros, la responsabilidad del fracaso del modelo del Socialismo del Siglo XXI.

Ha dado la señal que anuncia el fin de una época en Venezuela.

@ordosgonzalo

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