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Hace diez años, a Jessica Goldman Srebnick le daba miedo caminar por Wynwood, un ruinoso distrito de galpones en el norte de Miami. Ahora, es la curadora de un museo abierto de arte callejero que transformó el vecindario en uno de los más "cool" de Estados Unidos.
Los galpones de una planta, sin ventanas, que le daban un aire lúgubre a este desarbolado lugar, se convirtieron en un lienzo donde artistas de talla mundial pintan murales que han elevado de categoría el arte callejero.
Ahora este distrito -que estuvo en las noticias recientemente por un brote de zika- tiene cerca de 70 galerías de arte y una veintena de restaurantes. En una década, la renta aumentó de entre 3 y 6 dólares el pie cuadrado (0, 1 m2) a entre 65 y 95 dólares el pie cuadrado.
¿Cómo se logra un cambio semejante? Sólo hay que comprar suficientes propiedades y tener la visión necesaria para reciclar un barrio respetando su carácter. Et voilà.
Es lo que hizo Tony Goldman a mediados de los años 2000, cuando aterrizó en Wynwood con su empresa de bienes raíces Goldman Properties, que se especializa en revitalizar vecindarios.
El pionero inmobiliario es responsable, por ejemplo, del renacimiento del SoHo de Nueva York en los años '70 y la resucitación de Miami Beach en los '80.
Diez años después de haber comenzado a comprar bienes raíces en Wynwood, Goldman Properties ya suma 30 propiedades en el lugar, dice Jessica Goldman Srebnick, quien preside la empresa tras la muerte de su padre en 2012.
Y explica: "Es parte de nuestro modelo, en el que compramos una masa crítica de bienes raíces. Normalmente, 18 es lo mínimo necesario para conseguir un cambio".
Algo para tener en cuenta cada vez que uno siente ganas de recuperar vecindarios decadentes.
Una de sus propiedades es Wynwood Walls, un galpón devenido en museo abierto que recibe a los visitantes con un mural de Shepard Fairey, célebre por el retrato "Hope" de Barack Obama para la campaña presidencial de 2008.
- Preservar el alma -
A diferencia de Nueva York o Miami Beach, "en Wynwood la arquitectura no tenía nada interesante", cuenta Goldman Srebnick a la AFP.
"Lo que había de interesante era el arte callejero. Así que tomamos eso, porque era parte del alma del barrio. E invitamos a los mejores artistas del mundo a pintar nuestros edificios".
La empresaria dice que, cuando su compañía pone el ojo en un nuevo vecindario, "no se trata de llegar e imponer lo que uno quiere".
"Se trata de mirar lo que está allí y visualizar en lo que se podría convertir a un nivel más avanzado".
Detrás de ella, el mural de Fairey muestra el retrato de su padre, con los brazos abiertos y en medio de un haz de rayos dorados.
"Una de las cosas que me enseñó mi padre fue a ver las cosas como podrían ser, en lugar de como son", cuenta la heredera. "Puedes ver barrios deteriorados, decadentes, donde impera el crimen. O puedes ver una oportunidad".
Hoy la revista Forbes califica Wynwood como uno de los barrios "más hipsters" de Estados Unidos y Vogue como uno de los "más cool" del mundo.
- Otra experiencia -
"Wynwood Walls ha sido un lugar formidable para el arte", dice el muralista Chaz, de 41 años, quien junto a Bob -sin apellidos- forma parte del colectivo artístico británico The London Police.
En su pintura, figuras de cómic juegan sobre un escenario futurista con elementos realistas.
También destacan las obras del chileno Inti, la francesa Miss Van con sus sensuales mujeres enmascaradas y el estadounidense Ron English, que colaboró con uno de sus característicos "bebés Hulk" en un colorido mural que juega con el 3D.
Según Chaz, el lugar "tiene excelente reputación por reunir a los mejores artistas del mundo y exponer sus trabajos uno al lado del otro".
Pero, además, Wynwood Walls y su extensión, Wynwood Doors, cambian la manera en que el público interactúa con el arte en general, y con el arte callejero en particular.
Es difícil contemplar una obra sin que otro visitante esté tomándose una selfi delante de ella. Más difícil aún entrevistar turistas sin que los interrogados pidan a cambio una fotografía, a menudo imitando las figuras que aparecen en la pintura.
"Cuando piensas en arte callejero, lo visualizas desde el automóvil o desde el tren", dice Goldman Srebnick. En cambio, "aquí la gente puede caminar a través de este museo vivo, puede tocarlo, explorarlo, acercarse. Es una experiencia muy distinta a la que se suele tener con el arte".
Sin saberlo, una turista venezolana está totalmente de acuerdo.
"Aquí puedes tomarte fotos y compartirlas. Cuando estás en un museo, no puedes por ejemplo ponerte a saltar delante de la pintura que estás viendo", dice Erika Freijah, de 17 años, después de una sesión junto a su familia.