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Aquella jovencita tímida e ingenua, aprendió en muy poco tiempo todo lo que tenía que saber, para sacarle el mayor rendimiento posible al poderoso tesoro que tenía entre sus piernas. Y como antes había hecho su madre, y mucho antes su abuela, siguió la tradición familiar, para desenvolverse con gran maestría en el noble arte de las técnicas amatorias, convirtiéndose en una auténtica experta en el ejercicio del sexo, algo que hasta la fecha le ha supuesto una fuente continua de beneficios económicos y también personales, pues la chica está convencida de que su trabajo es una labor social, que la convierte en una auténtica samaritana del amor.
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