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Nikolai Kozlov, un paracaidista ruso que perdió las piernas tras luchar en Crimea, es uno de los pocos testigos de la guerra que Moscú está llevando a cabo en Ucrania, ignorada por gran parte de la población y silenciada por el Kremlin.
Cuando Kozlov fue llamado a la península ucraniana de Crimea, en la operación que terminó con su anexión a Rusia, sus padres estaban orgullosos. Pero seis meses después, el paracaidista tuvo que ser amputado y está ahora en el hospital, según dijo a AFP su tío Serguei Kozlov, que todavía no sabe si han tenido que amputarle una o dos piernas.
Este testimonio es uno de los pocos que muestran la cara más dura de la guerra rusa en Ucrania, un conflicto totalmente ausente de los medios oficiales y cuyas víctimas se entierran en secreto.
El Comité de Madres de Soldados, la principal organización civil que representa a los militares, afirma que en los últimos dos meses cerca de 15.000 soldados podrían haber sido enviados a Ucrania.
Un asesor del Ministerio de Defensa ruso, Oleksandr Danylyuk, dijo esta semana en Facebook que al menos 2.000 soldados rusos han muerto en Ucrania.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, sigue negando la presencia de soldados rusos en el país y aseguró que los militares capturados recientemente por las autoridades ucranianas en el país estaban allí por casualidad. Este miércoles, Putin dijo que confía en que Kiev y los separatistas prorrusos del este ucraniano alcancen "un acuerdo definitivo" esta semana.
- Cae la euforia patriótica -
La anexión de Crimea en marzo, tras un referéndum, muy criticado por la comunidad internacional, despertó una ola de patriotismo. Pero, la euforia por el retorno de esta península que formó parte de la URSS hasta 1954 parece estar desapareciendo frente a la realidad de la guerra.
"No he oído nada sobre ninguna guerra. Nadie ha cruzado ninguna frontera y creo que nadie ha declarado la guerra", dijo a la AFP, una madre de tres niños que, como muchos rusos, parece no saber nada de la situación en Ucrania.
Según un sondeo del instituto Levada, publicado la semana pasada, dos tercios de los rusos no creen que el país esté en guerra contra Ucrania.
Al mismo tiempo el porcentaje de personas dispuestas a aceptar un conflicto de este tipo, considerado fratricida, ha caído en picado, desde el 74% de marzo hasta el 41% del pasado mes de julio, según la encuesta.
Según los expertos, el rechazo del Kremlin a admitir la presencia de soldados en Ucrania no podrá durar eternamente y está siendo comparado con la invasión soviética de Afganistán en 1979.
Grupos civiles intentan romper el muro de silencio oficial sobre los muertos y desaparecidos, como "Cargo-200 desde Ucrania a Rusia", un grupo creado en Facebook que pide una investigación internacional contra Putin sobre "los asesinatos masivos de ucranianos y rusos".
El domingo, un pequeño grupo de 15 personas se manifestó en el centro Moscú denunciando la "vergüenza" de la guerra en Ucrania frente a la indiferencia de los transeúntes.
El escritor satírico Satirist Viktor Shenderovich, que participó en la manifestación, cree que la actitud ante la guerra sólo cambiará "cuando la gente empiece a notarla con el aumento de precios o en su propia sangre, como en el caso del paracaidista que perdió las piernas".