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Hace diez años atrás, el pueblo venezolano creyó haber encontrado a la persona que sabría interpretar, siendo presidente lo que constituyeron siempre los grandes clamores de las clases desposeidas
Hace unos días atrás, antes de dormir, preguntaba a Dios, acerca de los descarados abusos y violaciones de la ley cometidos por parte de los representantes del Estado y luego de pensar mucho y preguntar, grité mentalmente al padre creador; ¿porque no me respondes? De pronto, escuché un fuerte ruido en el cuarto de al lado. Salté de la cama sorprendido, medio asustado y al asomarme y encender la luz, vi en el suelo, abierto, el tomo número ocho de el diccionario enciclopédico. Me acerqué y mis ojos se fijaron en una de las palabras de la página. Me habían dado la respuesta.
Hace diez años atrás, todos los integrantes de esta gran Nación que es Venezuela, nos encontramos de frente con un individuo, que logró, por un momento, despertar en una inmensa mayoría de conciudadanos, aunque mal canalizado, el sentido de rebeldía ante el estado de nuestra democracia, y un poco de conciencia acerca de, donde reside realmente el poder. Por esto último, debo darle las gracias, pues debido a ello y a nuestra alma libertaria, se han escrito enaltecedoras páginas para historia contemporánea de Venezuela, como ejemplo a futuro, de la lucha por la libertad.
Como les decía, este alguien, en ese momento, logró despertar a mucha gente de un aparente letargo conformista, en mi opinión con una sola palabra. Nos llamó; “soberano”; pero nos llamó de esa manera para luego olvidarse de quiénes así llamó, que ese calificativo siempre ha sido el verdadero estatus del pueblo y hasta del verdadero significado de esa palabra. Tan, se olvidó de eso, que ha venido usurpando los derechos que correspondieron siempre al verdadero soberano.
Soberano”, señor, según la real academia de la lengua, es “quien ejerce o posee la autoridad suprema e independiente”
Por eso deseo dirigirme a aquél, que encarnó y defraudó las esperanzas de una gran parte de nuestro pueblo, aquél que prevaricó en la misión que juró ante Dios, para recordarle que “soberano”, señor, según la real academia de la lengua, es “quien ejerce o posee la autoridad suprema e independiente”. Y si la soberanía reside en el pueblo, mal puede usted estar tomando decisiones tan importantes que podrían cambiar por completo la vida de todos, sin consulta, ni regalar nuestro dinero a diestra y siniestra, nuestro patrimonio, ni decidir por nosotros qué nos ofende o no, de las acciones de alguna nación hermana, pues el soberano no le ha dado ese permiso. Usted, se olvida que no es más que un servidor público, que fue elegido como mero representante, que no tiene derecho a mandar y menos a amenazar al soberano, y que puede ser sancionado por este, al cometer esos desacatos a la norma. Pienso que tal vez, usted tomó otra acepción de esta palabra, y hoy, la interpreta de manera equivocada, porque ella puede significar también: Elevado o no superado y usted creyéndose un Mesías, se toma para sí la soberanía.
Pero en el diccionario enciclopédico descubro, que ese significado está más cerca de, soberbia, que también denota elevación junto con arrogancia, además de “cólera e ira expresadas con palabras altivas e injuriosas”. Por tanto estoy seguro que usted, tomó la acepción equivocada. Por favor, vuelva a leer el diccionario.