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...no les bastó hacer un increíble daño en su nación, sino que lo exportaron y con ello nuestro descrédito internacional
Cada vez que se habla del tema de la migración sin precedentes de venezolanos hacia otras latitudes, se genera de forma automática una polémica en donde se esgrimen argumentos a favor y en contra, sobre esta lamentable realidad que viven más de dos millones de compatriotas.En mi modesta opinión considero que ambas posiciones con sus particulares matices tienen razón. Cuando se dice que el que quiere a su país no lo abandona en los peores momentos, tienen razón, pero es indebido descalificar a un joven, que habiendo vivido esta terrible TRAGEDIA en que se convirtió la subsistencia diaria sea estigmatizado porque “logró” irse, y realmente es un logro con los múltiples obstáculos con que se enfrentan cuando deciden apostillar documentos, sacar una visa, reunir unos dólares y comprar el pasaje, sin hablar del dolor de tener que separarse de su familia.
Ya se habla de varias categorías de venezolanos inmigrantes: 1) trabajadores calificados y profesionales entre 18 y 45 años, 2) delincuentes de toda edad, 3) nuevos ricos producto de la corrupción desatada en nuestro país, que se van huyendo de lo feo que se puso la cosa en Venezuela, después que ellos se llenaron haciendo negocios con los políticos inescrupulosos y que necesitan testaferros para triangular sus inversiones, esta última categoría nos ha ubicado en el puesto 6 de ranking mundial de países con más jets privados -que contraste-.
El desempeño en el exterior y los aportes de estos tres grandes grupos es muy diferente. Los muchachos que se van a enfrentarse a lo desconocido contando solo con unos menguados dolaritos, uno que otro contacto y sobre todo, con el favor de Dios, que arriesgaron todo y en muchos casos, los que se fueron para ayudar a los que se quedaron, merecen lo mejor. Ejerciendo desde labores domésticas, vigilancia, mantenimiento o lo que sea -siempre en el ámbito legal- lo hacen con la convicción de que valdrá la pena y Dios mediante así será; los delincuentes mal vivientes que se dedican a hacer trampas en una variada gama de actividades ilícitas desde robos, atracos, secuestros, prostitución, drogas, entre muchas otras desviaciones sociales y que han puesto por el piso el nombre de nuestro país en el mundo, aquellos que no les bastó hacer un increíble daño en su nación, sino que lo exportaron y con ello nuestro descrédito internacional; los nuevos ricos corruptos “enchufados”, esta “casta” de compatriotas terminó de confundir a los ciudadanos de tantos países que los recibieron, haciendo alarde de la fortuna mal habida, comportándose como los mequetrefes que son, tratando de replicar el comportamiento del malandro con plata, que cree que el dinero compra la aceptación social y alterando la sana convivencia de muchas comunidades que tuvieron la desdicha de tenerlos ahora como vecinos.
Es menester hacerle un desagravio a la mayoría de nuestros coterráneos dignos, que son estigmatizados
Es tarea de todos los hijos de Bolívar hacer resaltar estos tres tipos de compatriotas que están haciendo vida en otros países, es indebido que paguen justos por pecadores y que los inmigrantes decentes, honrados y trabajadores reciban el mal trato y el rechazo que sí merecen las otras dos categorías. Es menester hacerle un desagravio a la mayoría de nuestros coterráneos dignos, que son estigmatizados como venezolanos de porquería –como los han llegado a llamar-, luego es tarde. Aquí entonces, en nuestro país, se dan también múltiples formas de abordar nuestra estancia, existen los que dicen que “si no trabajo no como” deslindándose del tema político, como si las condiciones financieras, económicas y sociales actuales del país, no fueran producto de las decisiones que toman los políticos que nos desgobiernan; están los malandros y tramposos enchufados que se quedaron o que aún no han podido irse “porque la vaina se puso jodía” y que todos conocemos los frutos de esa generación perdida, producto de lo que se ha catalogado como la peor administración de un país en la actualidad, entre todos los miembros de las naciones unidas; queda entonces un importante grupo de venezolanos que les duele su nación y que además de poseer las condiciones mínimas para luchar –porque con hambre y sin empleo, como decía aquel infausto dicho, muchos no pelean- tienen la actitud y asumen que solo con el ejemplo se puede demostrar que tenemos más razones para luchar y rescatar el país que rendirse y entregarlo a esta pandilla de forajidos que ya saben que no cuentan con el respaldo de la mayoría de la población venezolana.
¿Por qué yo me quedo en mi país? Tiene que ver con una serie de circunstancias personales que conspiran para que así sea. Haber tenido la inconmensurable dicha de formar una preciosa familia y disfrutar de cada momento que todo hombre debe vivir junto a los suyos; contar con una respetable formación académica producto de instituciones públicas; ejercer la docencia universitaria en mi condición de profesor activo y poder hablarle a mis alumnos cada día, verlos a los ojos cuando tratamos temas de interés nacional y disfrutar cuando percibo que les despierto interés en muchos temas que antes no les importaba o que desconocían; tener aún salud física y claridad mental y sobre todo, amor por Venezuela, no me deja otro camino que luchar por mi país y por generaciones de venezolanos que no han nacido. Muchos tienen estas condiciones para hablar, informar, trasmitir y convencer con su propio ejemplo, a muchos compatriotas que piensan que ya no hay nada más que hacer. Como dice mi compadre David “las he visto más feas y se han casado”.
Apoyemos todo movimiento cívico social, comunitario, político, cultural, que promueva el rescate de la venezolanidad; fortalezcamos nuestros partidos que representan la base de la democracia, coadyuvando en cualquier actividad que se lleve a cabo en el de tu preferencia; esforcémonos en el rescate de la Institucionalidad perdida, lo cual sentaría las bases de la reconstrucción del país; procuremos sin descanso, la restauración de la democracia exigiendo elecciones limpias, transparentes y regulares, lo cual garantiza la alternabilidad del poder y la pluralidad de enfoques. Estas son nuestras armas, cuyo porte está acreditado por el único documento legal que nos autoriza para usarlas a lo largo y ancho del territorio nacional, LA CÉDULA DE IDENTIDAD. No hace falta ningún “carnet de la Patria” para hacer esto. Yo ando en eso, te invito a que nos acompañes en esta lucha cívica, constitucional, pacífica y democrática que hoy nos toca a nosotros librar, no todos pueden, pero si tu estas en condiciones, hazlo por los tuyos y por millones de venezolanos que desean regresar a un país decente. Mejor razón imposible.
Douglas Meléndez