El tiempo es capaz de destruir todo lo construido, y la lengua de todo lo que aún está por construir. (Máxima Alemana)
Diana Estela Pabón
Facilitadora en diálogo social y negociación
Bogotá
Como poder entablar un diálogo social sincero, cuando en ocasiones no hablamos el mismo idioma, y no me refiero al sistema de comunicación verbal o gestual, propio de una sociedad humana (lingüística y fonética); me refiero a la interpretación socio cultural, económica, emocional y antropológica de contextos diferentes que se involucran para llegar a un acuerdo.
Un país como el nuestro requiere mayor injerencia de profesionales de las áreas sociales para la toma de decisiones, de tal manera que las decisiones fluyan entre los tomadores y los involucrados, que permitan entenderse y dar a comprender acerca de las conclusiones a las cuales llegaron. Mediante el conocimiento e interpretación de la realidad de los profesionales del área social, podemos lograr un mayor acercamiento del diálogo de las partes, una conversación que se vuelva resonante y empática al punto de hacerlo en un “mismo idioma”.
Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla, y al parecer si estamos condenados a repetirla; quizá por no estudiarla, no entenderla o peor aún traducirla, interpretarla con fines individuales y no colectivos.
El oficio de relacionamiento social necesita ser dignificado profesionalmente a tal punto que sea un consejero estratégico de la alta dirección, como ocurre en organizaciones o entidades que al hacerlo pueden evidenciar resultados sólidos de relacionamiento social en el territorio como es el caso del Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (Mintic), un estudio de caso que vale la pena ser documento para efectos pedagógicos.
Ahora bien, debemos entender el relacionamiento más allá de lo comunitario, étnico o nivel de vulnerabilidad. El relacionamiento es un ejercicio permanente de interacción a todos los niveles y necesita en todos ellos, que los actores hablen el mismo idioma.
Los acontecimientos mundiales que estamos viviendo por la propagación del coronavirus, nos supone el reto mundial de hablar el mismo idioma.Mientras las cifras reveladas por la Organización Mundial de la Salud - OMS el pasado 11 de marzo para la declaración de Pandemia, evidenciaron 118.000 casos confirmados en 114 países, de los cuales 4.291 personas perdieron la vida por el Codvid 19, durante los dos días siguientes, el mensaje del virus no lograba llegar en un idioma claro a la gran masa de la población colombiana y se centraba en información compartida en redes sociales y medios televisivos como los efectos negativos de un mal resultado de una cirugía de glúteos de una mujer bailando y la pataleta manifiesta de un grupo de jóvenes que vieron afectada su ceremonia de graduación debido a la situación del coronavirus; casos que ponen en evidencia la necesidad de que hablemos el mismo idioma, más aun, en una situación tan crítica como la que estamos afrontando.
Así las cosas, la percepción y en consecuencia los mensajes que cada uno de nosotros estamos transmitiendo frente a la situación están directamente relacionados con tres componentes: el rol que desempeñamos en la sociedad, la información que recibimos para crear criterios personales y por supuesto la afectación emocional que nos genera. Disminuir la brecha en estos tres componentes, podría ayudarnos a hablar el mismo en el idioma acerca del coronavirus.
La sonrisa es un arma poderosa que no entiende de idiomas, edades, ni religiones y menos de política. Siempre sonríe
Profundizar más en cada uno de los componentes es un ejercicio que debería hacer parte integral y permanente en nuestra vida, en el desempeño como facilitadores. Especialmente hoy, nos impone una tarea moral de convocar a la sociedad para un mejor manejo de la situación, aunque nuestra influencia esté reducida al entorno cercano; lograr poner en resonancia personas o grupos sociales que al parecer hablan de lo mismo en idiomas distintos, podría ayudar considerablemente en el manejo de la situación,
Entonces para comprenderlo, he seleccionado algunos ejemplos por componente: El caso de los roles, no se pude pedir reacción igual a uno responsable de la economía de una nación o de orden público ciudadano; sin embargo al interior de ambos casos tenemos diferencias, por un lado están quienes asumen un rol proteccionista con el sector económico pensado a largo plazo y la estabilidad de la cual están responsabilizados y, por el otro, aquellos que consientes de las implicaciones y despojados de la estabilidad a largo plazo, enfocan su esfuerzo a la protección ciudadana, por la generacion de empatía.
En casos más cercanos está el contraste entre directivos y usuarios, principalmente desde el ámbito académico, allí, los idiomas contrastan entre la protección de sus comunidades y la vulneración que perciben los usuarios o alumnos que ven afectada su cotidianidad; en el caso de colegios están por ejemplo los padres cuyo rol proteccionista les impide evaluar las medidas desde lo colectivo y se centran en las afectaciones emocionales que pueden dar a sus hijos el aislamiento y la “estigmatización”.
Ahora bien, la situación obliga a ser consientes de que la empatía que nos obliga a hablar el mismo idioma, es uno de los llamados más relevantes, porque cuidarte no es sólo por salud personal, es también por todos aquellos a quienes podrías afectar con tus acciones; la vulnerabilidad de los adultos mayores es superior y el hecho que las personas no sean consientes de limitar su interacción social podría incrementar el impacto. Leí en twitter[1] que la primera muerte en Italia ocurrió cuando tenían apenas 21 casos confirmados (el 21 de febrero), 21 días después la cuenta va en 17.000 casos confirmados y 1.266 muertos; al 14 de marzo en Colombia se tenían 22 casos confirmados y algunas personas, aun están preocupadas por cancelación de conciertos o eventos masivos, seamos empáticos, hagamos uso de las recomendaciones del Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS):
“La pandemia” no es una palabra que deba utilizarse a la ligera o de forma imprudente. Es una palabra que, usada de forma inadecuada, puede provocar un miedo irracional o dar pie a la idea injustificada de que la lucha ha terminado, y causar como resultado sufrimientos y muertes innecesarias.[2]. Pero también amerita respeto por las recomendaciones, solidaridad y responsabilidad.
Estamos en esto juntos, para hacer con serenidad las cosas que hay que hacer y proteger a los ciudadanos del mundo. Se puede lograr.
[1]@Doctor_addax
[2] https://www.who.int/es/dg/speeches/detail/who-director-general-s-opening-remarks-at-the-media-briefing-on-covid-19---11-march-2020
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