Todo el mundo viene al Rick's, así se llama la obra de teatro, malhadada en su comienzo, que fue vendida a los estudios Warner Brothers por la suma de 20 000 dólares. Nada mal para un trabajo de seis semanas. Al menos eso pensaron sus autores en principio y en cambio, para la gran compañía... su especialista literario dijo que la Warner había comprado una tontería sofisticada. Hoy todo el mundo conoce Casablanca (Michael Curtiz, 1942), la película que afortunadamente surgió del vano intento de vender aquella obrilla en Brodway. Murray Brunett, un profesor de la escuela vocacional de Nueva York, con 27 años cumplidos al terminar su "Todo el mundo viene al Rick's", y la escritora Joan Alison (1902-1992). Como ya dijimos, la mayoría conoce el resultado. No existe, no puede existir, una lista de las diez mejores películas, que la excluya. ¿Pero qué hay de la obra original?
En 1938 Murray Brunett viajó a la Viena ocupada por Alemania con la misión familiar de traer algunos bienes que poseían sus parientes judíos. También visitó la costa sur de Francia, con sus refugiados y sus bares (Le Kat Ferrat, que inspiró el Rick's) y dijo haber conocido a un músico afroamericano que inspiró a Sam, ese buen sancho de la película. Murray Brunett regresó a Nueva York con la idea hacer una obra de teatro al respecto. Le tomó seis semanas, pero el contratiempo de no haber entrado aún Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, sumado al carácter más político que romántico de la obra, le impidió encontrar un productor interesado. Broadway no le abrió las piernas. Luego de esta, sin embargo, le llegó la suerte. Los derechos de "Todos vienen al Rick's" se vendieron a un buen precio –el mejor para una obra de teatro no presentada- a la Warner Brothers, quienes un poco más tarde cambiaron el nombre del argumento –Casablanca- y encargaron a Hal Wallis la producción de una película. Hasta ahí la historia antigua.
Brunett, hizo otra obra de teatro que tuvo corta vida en Broadway, además de dirigir programas de radio, entre ellos el exitoso Café Estambul, con Marlene Dietrich. Pero el ex profesor de Inglés consideró siempre como lo más alto de su carrera artística aquella pieza nunca presentada, y el éxito de la película Casablanca hizo que su descontento creciera a la par de que su nombre iba poco a poco desligándose del argumento. Para Brunett Rick era más que un personaje. Según su propia declaración, Rick Blaines era la persona que siempre quiso ser. Se comprenderá entonces, por asociación, que entre el autor y personaje había una línea sentimental que iba más allá del dinero que valía. Murray Brunett pasó el resto de su vida tratando de hacer entender esta diferencia. Aun lo explicó por reducción al absurdo: Si un hombre se roba una gallina es para toda la vida el hombre que se robó una gallina; así debía ser la relación entre el personaje de Casablanca y él.
En 1973 uno de los escritores del guion, Howard Koch, escribió que de "Todos vienen al Rick's" la película solo tenía un bar exótico y un personaje llamado Rick Blaines, Murray Brunett trató sin éxito demandarlo por la suma de 6, 5 millones de dólares. Por otra parte, el guion de Casablanca es el producto de un trabajo demasiado conjunto para otorgarle más mérito a cualquiera de sus escritores por separado. Participaron en él los hermanos Epstein, el mencionado Howard Koch e incluso Michael Curtiz, de quien se dijo, había dirigido una fenomenal película sin conocer a profundidad la historia. Si se lee la obra original se comprenderá, en cambio, lo injusto de la declaración publicada por Koch, pues hay diferencias, sí, pero también muchas similitudes en las célebres frases de la película, en el carácter de los personajes.
Por ejemplo, el diálogo entre Sam (Rabbit en muchas partes de la obra de teatro) y Louis Meredith (Lisa en la película), está prácticamente copiado, hasta en la parte de la canción "As Times Goes By" que canta la chica. Melodía que hubiera pasado al olvido de no ser por Burnett y porque los escritores de la película la mantuvieron como el tema musical de la pareja. Tal vez en atención a esas semejanzas, en 1991 Koch –quien junto a los hermanos Epstein recibió un Óscar por el guion- en carta al The Angeles Times, reconoció su error: He leído recientemente la obra –dijo- Creo que la queja de Burnett estuvo justificada.
En 1983, luego de que Warner Brothers presentara una serie de televisión basada en la película, Murray Burnett y Joan Alison demandaron a la compañía. Argumentaron que aún conservaban ciertos derechos sobre los personajes, pero tres años más tarde la Corte de Apelaciones de Nueva York determinó que Warner Brothers poseía todos los derechos sobre la obra, incluso su presentación como espectáculo teatral. Pese a esto los derechos debían ser renovados en 1997, según la ley norteamericana. Los demandantes amenazaron a Warner Brothers con no volverles a vender los derechos; la compañía, en cambio, desglosó 100 000 dólares a cada uno de los autores, además de permitir la puesta en escena de la obra teatral, y asunto terminado. En 1991 Murray Burnett viajó a Londres para ver la puesta en escena de "Todos vienen al Rick's" Otro intento fugaz, pues solo estuvo un mes en cartelera.
Pero cuál es la diferencia fundamental entre el guion de Casablanca y Todos vienen al Rick's. Por qué el éxito de una y el infortunio de la otra, desde el punto de vista artístico, claro, sin determinar ahora la ascendencia que pueda tener en esto la publicidad o la presencia de Ingrid y Humphrey en el film... Sería complicado de decir. Ya hablamos del carácter menos romántico de la obra de teatro; sin embargo, el ambiente político era distinto cuando se filmó la película. Es conocida la anécdota de que cuando se rodó la escena de la Marsellesa, los mismos extras, muchos de ellos refugiados europeos, comenzaron a llorar.
A mi entender hay un aspecto fundamental. Casablanca habría pasado sin tanta gloria de no ser por la escena que culmina la película. Se sabe pues, que ninguna historia termina en realidad con el punto final, que la mente del espectador siempre va más allá e imagina rosas o lágrimas. Rick Blaines, tanto en la película como en la obra de teatro, deja escapar el amor a cambio de conservar otros valores. "Siempre tendremos París", dice. Pero en Casablanca es una victoria postmoderna. El mayor Strasser muere y Renault le dice a sus subalternos "Arresten a los sospechosos habituales" De esta manera encubre a Rick.
En la obra de teatro, por el contrario, el final es romántico. Strasser no es ajusticiado, sino que arresta a nuestro héroe luego de que Víctor y Louis se marchan. Un muerto y una frase grabada un mes más tarde de terminar el rodaje: "Creo que este es el comienzo de una bella amistad" le dice Rick a Renault y se consuma esa trampa mágica del arte, la unión entre el hombre moral y el buen pillo. Consuelo suficiente ante la pérdida del amor –uno de los hermanos Epstein tuvo la idea de matar al desafortunado Victor Lazlo, por suerte no fue aceptada-. En la película Rick Blaines tiene una vida después de la partida de Lisa. Lo imaginamos aún de pequeño rey en esa ciudad perdida. En la obra de teatro, va a la cárcel, sin bar y sin mujer.
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