Hace bastante tiempo escribí una versión del Padre Nuestro, mi versión. Hoy tengo un motivo poderoso para recordarlo. La imágen de Jesús el Maestro con sus tonalidades de luces saliendo de sus vestiduras, el rozado es el color del amor y la fuerza espiritual, el azul es de la justicia, el color blanco es la sabiduría. Con una mano señala el corazón, propiamente el chakra del corazón, con la mano derecha bendice a la humanidad. El Maestro esta asociado a la humanidad para siempre, no significa una religión en particular, ellas han manchado su nombre sagrado, prostituido su mensaje. El Maestro pertenece a la humanidad, es algo en que aferrarse, una tabla de salvación, verdadero como la lluvia, o una puesta de sol. Está ahí luchando fuertemente en este momento para que los cambios en el planeta no sean tan desvastadores, no es un ser puesto en una cruz, eso es lo que quieren las religiones. El Maestro vive para siempre.

Padre nuestro que estás en la esencia de las cosas,

en la montaña, el río, la lluvia y el viento,

pequeñas partículas de energía se irradian por el planeta para bendecirlo.

Estás en el cielo, en las esferas superiores, llenas de luz y espíritu,

se derrama tu Energía para todo el Universo como una cascada infinita,

llenándolo todo de armonía y paz,

los soles dan su luz ilimitada como todo lo que ofreces, Padre.

Santificado sea tu nombre, encontrado tanto en el átomo como en la galaxia,

es el código de la creación formado con un número,

una palabra que hace germinar los mundos en extinción,

que renovó y cambió mi vida que era tan sólo un despojo,

una sombra de muerte.

Venga a nosotros tu reino, formado con luz increada,

de tan alta vibración que hace florecer la vida en la galaxia,

es el polen que llega hasta las más lejanas distancias.

Padre, no tienes tiempo, pero tienes todo el espacio,

Sin embargo no eres nada siéndolo todo.

Estás en el cielo, en las esferas superiores

Padre, eres una deliciosa paradoja que distrae a los intelectuales,

y da consuelo a los sencillos de corazón.

Hágase tu voluntad, así en la tierra filosófica como en el cielo de Neruda,

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

Haz germinar la semilla de trigo, Padre,

Semillas y esencias.

Permite un pan abundante para la humanidad doliente,

también nuestra existencia con alimento espiritual venido de tu mano sagrada.

Perdona nuestras ofensas, siempre lo has hecho Padre,

Me has seguido de incógnito a través de las eras,

a través del tiempo y el espacio.

Era yo el ignorante que no veía tus pasos en la arena,

Perdona Padre, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

la peor de ellas es creer que no existes, Padre,

ahora se que vivo en ti, antes pensaba que vivías en mi solamente,

como una semilla frágil,

mis pensamientos son tuyos,

la esencia, mi vida transformada en propósito.

Líbranos del mal, de la ignorancia,

de la insensibilidad,

de la muerte espiritual,

de la guerra,

del odio,

de la desesperanza,

Amen