Después de diez largos días de boato y auto bombo, de propaganda monárquica del desprecio clasista y manipulación mediática, la vieja monarquía entierra a su anciana reina, con un espectáculo decadente y faraónico que ofende a la mayoría de los trabajadores y a los pueblos que han sufrido bajo su dominación colonial.

Ha habido ausencias significativas en el entierro, ausencias que fueron justificadas por las sanciones impuestas a sus países y por el veto a la entrada de sus autoridades en territorio “aliado”, pero no fueron ausencias ignoradas, representaban la ausencia de los países más poblados del planeta, la de la mayoría de los países del planeta.

Mientras tanto ocultos por el ruido mediático del largo y espectacular del entierro de la Reina Isabel II, “James Bond”, sigue trabajando para los “aliados”, inventando mentiras como el atentado contra Putin, infiltrándose en las filas del enemigo para provocar conflictos que estaban superados o reavivar viejas disputas, entre Armenia y Azerbaiyán, reactivar el conflicto fronterizo entre Tayikistán y Kirguizistán, invadir Transnistria (Moldavia, donde Rusia tiene tropas), alentar el cambio de régimen en Bielorrusia y reactivar el apoyo a los rebeldes sirios.

Una vez más la presidenta del Congreso de los EE.UU., la incendiaria Nancy Pelosi, se ha trasladado hasta Armenia para agitar las viejas disputas entre arménios y azebaiyanos en una clara injerencia en los asuntos internos de estos países.

Pero al mismo tiempo se reunían en Samarcanda un nutrido grupo de naciones lideradas por China y Rusia que han dejado claro que el Nuevo Orden Internacional se va imponiendo.

El espíritu de Samarcanda sobrevuela el planeta como un fantasma que recorre en forma de pesadilla los sueños de Estados Unidos y sus aliados occidentales, empeñados en injerir de forma permanente en la política de otras naciones.

La XXII conferencia de la SCO ha reunido a los representantes de más de la mitad de la población del planeta lo que supone el 20% del PIB mundial, en un claro ejemplo de cooperación entre las naciones de oriente y el creciente liderazgo de China.

La Ruta de la Seda siempre ha sido más suave que la Ruta de la Guerra

Rusia se convierte en uno de los países suministradores de materias primas más importante del grupo de Shanghái haciendo que las sanciones de la OTAN y sus Aliados se vuelvan contra ellos mismos.

El ingreso de Irán y la presencia de Turquía en la última cumbre de la SCO, refuerza la pluralidad y la diversidad del grupo nacido en 1996 con fines de defensa y cooperación en materia terrorista y que a partir de 2003 amplió su marco a la cooperación económica.

Nadie duda que el grupo de Shanghái (SCO) es la mejor respuesta a la injerencia de la OTAN y sus aliados en los asuntos internos de los países orientales a la vez que establece un nuevo modelo de relaciones internacionales entre distintos países.

El llamado inicialmente mecanismo de Shanghái nació en 1996 de la mano de China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, al que posteriormente se adhirieron, Uzbekistán, Paquistán, India e Irán, y del que son observadores, Afganistán, Bielorrusia y Mongolia, a él se han sumado como socios de diálogo Arabia Saudita, Azerbaiyán, Armenia, Camboya, Egipto, Nepal, Sri Lanka y Turquía, esta última ya ha solicitado su ingreso como miembro de pleno derecho, harta de esperar su ingreso en la Unión Europea y con un pie fuera de la OTAN.

Es la organización regional más gran del planeta y combina las relaciones económicas con la cooperación militar sin ocultar ninguna de las dos en un claro ejercicio de transparencia y respeto mutuo, algo que la distingue claramente de la OTAN y sus Aliados, dedicados a derribar y expoliar a cualquier país que se ponga a su alcance.

El funeral de Isabel II ha sido el anticipo del entierro de una época marcada por el predominio de los países colonialistas.

@ordosgonzalo

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