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El político británico Nigel Farage, líder del ultraderechista UKIP, es la estampa del tradicional cliente de pub. Y eso gusta a muchos ingleses. Cigarrillo y pinta de cerveza en mano, mil veces prometió un terremoto político y el domingo lo consiguió.
El Partido para la Independencia de Reino Unido ganó el domingo las elecciones europeas en su país y, de este modo, Farage, de 50 años, excorredor del mercado de materias primas, clava una pica en Estrasburgo con la que pretende escalar nuevas cimas: acabar con la inmigración -pese a estar casado con una alemana- y sacar a su país de la Unión Europea (UE).
Es la primera vez en más de 100 años que ni laboristas ni conservadores ganan unas eleciones en Reino Unido.
Ser unánimemente vilipendiado por los partidos tradicionales -liberales, conservadores, y laboristas- no hizo sino aumentar la simpatía por Farage en la Inglaterra profunda -Londres se le resiste, "demasiado culta, educada y joven", sugirió la portavoz de su partido.
"Para ser honesto, cuanto más nos insultan, mejor nos va", explicó Farage a la AFP sonriendo, en una entrevista en la ciudad costera de Portsmouth, en el sur de Inglaterra, donde se encontraba haciendo campaña para las elecciones al Parlamento Europeo.
Cuando habla de quienes lo insultan, Farage alude a los tres partidos del "establishment" británico: los conservadores, del primer ministro británico conservador David Cameron, sus socios de la coalición gubernamental, los liberales, y la oposición laborista.
También están los medios de comunicación británicos.
Farage se ha visto obligado a desautorizar o a destituir a candidatos que se ajustaban demasiado a la idea generalizada de que el suyo es un partido extremista -Cameron los trató de "chiflados, lunáticos y racistas enmascarados"-, pero que aspira un día a la honorabilidad de conseguir un diputado en el Parlamento británico.
Uno de los candidatos expulsados invitó a los africanos a "matarse entre ellos", otro tildó de "diabólico" el Islam, un tercero dijo que el líder laborista Ed Miliband no es británico porque sus abuelos huyeron de la ocupación nazi de Europa y otro atribuyó las inundaciones de este invierno en Inglaterra a un "castigo divino" por legalizar el matrimonio homosexual.
A veces es él el que mete la pata, como cuando admitió en esta campaña que se sentiría "incómodo" si una familia rumana se instalase en su vecindario.
Cuando el locutor de la radio LBC le preguntó qué diferencia había entre los rumanos y su mujer alemana, respondió: "ya sabes cuál es la diferencia". "Queremos un sistema de inmigración basado no sólo en controlar la cantidad, sino también la calidad", sentenció.
- Las cuatro vidas de Farage -
A los 50 años, Farage, casado con una alemana y padre de cuatro hijos, saborea su cuarta vida. Sobrevivió milagrosamente a un accidente de tráfico, a un cáncer de testículos y a la caída de la avioneta que llevaba un anuncio electoral de su partido, en 2010.
Farage se muestra convencido de que en las legislativas del 7 de mayo de 2015 logrará finalmente entrar en la Cámara de los Comunes.
"Siempre quise un terremoto político, los sondeos son enormemente alentadores, pero no me voy a engañar. Queda mucho trabajo por hacer, pero estamos en el buen camino", subrayó.
El partido fue fundado en 1993, pero no fue hasta unas europeas, las de 2004, cuando dio el golpe consiguiendo el 16% de los votos.
Su buena estrella con los asuntos europeos no le hace mostrar la menor piedad con la UE "¿Antieuropeo yo? ¡Noooo! Es ridículo decir eso. Me gusta Europa, es un gran lugar. Estoy casado con una europea, trabajé para empresas europeas y me gusta la cultura europea", dijo. "Pero odio la bandera. Odio el himno. Y odio las instituciones", sentencia este amante del rugby, el críquet, la pesca y el buen vino.
Farage rechaza la etiqueta de radical y, como prueba, esgrime su rechazo a las propuestas de acercamiento del Frente Nacional francés. Su líder, Marine Le Pen, explica, multiplica "las demandas de boda, como en las novelas clásicas", pero "no somos de la misma familia".