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El mítico narval es un desconocido para el usuario. En este trabajo nos hemos esforzado en trazar su perfil, su hábitat, su alimentación, los peligros que enfrenta por la acción del hombre y el cambio climático
El mítico unicornio, ese de los relatos de héroes y guerreros, es una realidad; sin embargo, no es el corcel alado que desde la antigua Mesopotamia y luego en los viejos relatos de Grecia y la India llevaba un cuerno en la frente que se suponía tenía el poder de salvar de morir envenenado al que bebía en él -y que ahora se sabe se refería al rinoceronte-, sino que es el narval, un mamífero miembro de la familia de las ballenas en el que uno de sus dos colmillos se ha desarrollado hasta surgir recto y amenazante para enfrentar a otros machos por la conquista de las hembras durante la temporada de celo.
Esta ballena, que vive en los helados mares del norte del continente americano, durante siglos ha cautivado la imaginación de los que han leído de él en la literatura, lo han visto en fotografías o personalmente. Cada vez, gracias a los investigadores que llegan hasta su hábitat a buscarlos, se sabe más de ellos: son mamíferos; pertenecen al orden Cetacea, suborden Odontoceti y familia Monodontidae (su nombre científico es Monodon monoceros, que significa: ‘ un diente, un cuerno’ ); según varios portales de internet el nombre «narval» deriva de la palabra nórdica antigua n? hvalr que significa literalmente «cadáver de ballena».
A este animal se le encuentra a lo largo de las costas y, a veces, en lo ríos del Artico; su color es gris con motas oscuras; mide entre 3.5 y 5 metros de longitud y puede llegar a pesar hasta dos toneladas; carece de aleta dorsal y, en cuanto a su rasgo más característico, tiene un colmillo enroscado hacia la izquierda que surge de su boca y alcanza a veces casi tres metros de longitud. Este colmillo o ‘ cuerno’, como algunos le llaman, es privativo de los machos y supone que les sirve tanto como un arma frente a otros machos como símbolo de dominación en los cortejos rituales.
Las investigaciones científicas realizadas en los mares polares sobre su ecología y comportamiento han determinado que los narvales migran hacia el mar en el invierno con el avance de los hielos, para regresar hacia las costas al iniciarse el deshielo, alimentándose de bacalao del Ártico, calamares y camarones pelágicos, a los que localizan mediante los ‘ clicks’ que emiten con su sistema de ecolocación que, además, les permiten encontrar su ruta de navegación o a otros narvales; en cuanto a los ‘ llamados’ o ‘ silbidos’ que emiten mientras se desplazan bajo el agua, los científicos consideran que los utilizan a manera de ‘ lengua social’, al igual que las ballenas.
Su tamaño es intermedio entre las grandes ballenas y los delfines. Posee una dieta restringida solamente a algunos peces y crustáceos de los cuales se alimenta primordialmente durante los meses de invierno, época en la cual consume un gran volumen de presas que captura en el fondo marino; para ello debe realizar inmersiones que con mucha frecuencia superan los 800 m bajo la superficie, las cuales pueden durar hasta 30 minutos. Después del cachalote, zifio y elefante marino es el mamífero marino que sumerge a mayor profundidad.
Gracias a las investigaciones se han identificado tres grandes grupos de narvales en los mares árticos, donde viven en forma gregaria en grupos de 15 a 20 individuos; de ellos, el mayor vive en el estrecho Davis de la Bahía de Baffin, alcanzando su población los 20.000 individuos. Como en tantas cosas, también en cifras el narval es un misterio. Según Wikipedia la población mundial supera los 75.000 individuos.
En 2008 fue catalogado en la Lista Roja de la UICN como especie casi amenazada, debido a que se mantiene una caza significativa por parte del pueblo Inuit en Canadá y Groenlandia, los cuales obtienen beneficio de su carne, grasa y el comercio del colmillo. Se le asignó a esta categoría por la evidencia de declinación en algunos grupos y la falta de certeza con respecto a la población total de la especie y las tendencias de crecimiento.
Por todo lo anterior, más el hecho de que el gobierno canadiense ha fijado una cuota anual límite de piezas a los cazadores esquimales (542 individuos), el narval como hemos dicho está en la lista roja de extinción.
Otras amenazas para la población de este cetáceo son: la depredación por parte de sus enemigos naturales (tiburones, osos polares y orcas); la contaminación por plaguicidas y metales pesados; su inmovilización dentro de densas capas de hielo al inicio del invierno que les impide moverse a mar abierto muriendo de inanición y por ahogamiento, y la poca capacidad de adaptación ante los cambios climáticos.
Del cambio climático que le afecta como a pocas especies polares, hablaremos al final. Del narval se aprovecha su carne, que la comen los groenlandeses, mientras que los isleños de Baffin prefieren únicamente su piel, muy rica en vitamina C. Además hasta hace poco, su colmillo era una fuente importante de ingreso para los cazadores, ya que una buena pieza alcanzaba más de 1.000 dólares en el mercado. Esto terminó en 1983, cuando la Comunidad Económica Europea prohibió la importación de colmillos de narval a sus estados miembros, y el precio de los colmillos descendió a una pequeña fracción de su valor anterior, reduciendo a su vez la persecución que se hacía sobre ellos.
Una bióloga llamada Kristin Laidre providencial para el narval
Esta bióloga es la máxima especialista en el narval. Laidre ha contado a Ángela Posada-Swafford sus experiencias muchas veces, cómo sigue su estela en las gélidas aguas de Canadá y Groenlandia.
‘ Metida hasta la cintura en el agua de los fiordos de Groenlandia, la joven Kristin Laidre intentó ponerle un transmisor controlado por satélite al resbaladizo dorso moteado de un narval que ha caído en su red. La escena trae a la mente los famosos tapices de ‘ La dama y el unicornio’ . Porque, al igual que el blanco corcel mitológico, el cetáceo capturado era una criatura tímida y huidiza; y del mismo modo que la mujer de la obra medieval explora los cinco sentidos, Kristin quiso aprenderlo todo sobre la ballena dentada más desconocida y esquiva de los mares. La diferencia estriba en que se trata de un animal tan real como estas páginas.
Antes de aparecer la bióloga marina Laidre, de 33 años doctorada por la Universidad de Washington en Seattle (EE.UU), el Monodon monoceros era un signo de interrogación. Mucho de lo que sabemos ahora sobre él se debe a sus diez años de investigaciones en las costas septentrionales de Canadá y Groenlandia y la bahía de Baffin. Y aunque ella contó con la inestimable ayuda de un equipo de cazadores Inuit y de su colega Mads Peter Heide-Jørgensen, del Instituto Groenlandés de Recursos Naturales, consideró que apenas había hecho mella en su objeto de estudio.
La tesis de la BBC respecto al narval se refiere solo al cambio climático. Si este, es brusco, el narval y otras especies que citamos pueden sucumbir
‘ Posiblemente sea el animal más difícil de observar. Suele pasar la mayor parte del tiempo nadando mar adentro y buceando a grandes profundidades; vive entre las grietas de la gruesa capa de hielo oceánico, y a veces parece saber cómo esconderse y eludir las redes.
¿Cúal es el futuro del narval? Podría ser optimista, gracias al trabajo que se han impuesto científicos y amantes de la vida salvaje para conocer más de su comportamiento biología y ecología, y que abre una oportunidad para conocer el mundo con uno de los más fantásticos y misteriosos animales que jamás hayan poblado sus mares.
La tesis de la BBC de los peligros del cambio climático.
El narval-unicornio es un mito y, al mismo tiempo, un ser viviente. Con él se crea la enésima alarma climática. Según la BBC, los narvales están en peligro por el cambio climático. Un estudio afirma que tienen poca velocidad punta, aunque mucha resistencia. El estudio abunda en la medición de las diferentes fibras musculares de los narvales y calcula incluso la resistencia, el tiempo que tardan en necesitar oxígeno, etc.
Estos autores se han devanado los sesos para intentar, por todos los medios, conjugar sus estudios científicos al cambio climático: sin esa conexión, unos estudios sobre anatomía y fisiología de mamíferos marinos no pasarían de ser reseñados por alguna oscura revista científica local.
Ahora bien, ahora no se trata de conseguir decir algo que preocupe a la gente, porque la expectación mediática esté asegurada y las subvenciones para posteriores estudios, sino de alcanzar una verdad plausible. La absoluta no existe.
Según los pesimistas, los narvales podrían quedar atrapados en el hielo y morir asfixiados al no encontrar a tiempo un hueco por donde respirar. El temido cambio climático hará que los icebergs se desprendan y se salvarán los animales que nadan más rápidamente y sean más numerosos y veloces. Los lentos y delicados narvales no podrán nadar por debajo tanto tiempo y morirán.
Dejando aparte el hecho cierto, y cada vez más comprobado por múltiples estudios, de que en el pasado hubo periodos mucho más cálidos que el presente, es increíble que animales adaptados a soportar todos los años deshielos rápidos en verano y crecimiento rápido del hielo en invierno, se vean amenazados por el cambio climático que es una variación del clima a largo plazo, según algunos, lenta.
Hay años en los que, por el viento, las corrientes o ambas cosas, los hielos se retiran o avanzan con mucha rapidez, y años en que se desprenden más o menos icebergs, incluso muy grandes a veces, y es posible que algunos animales (siempre los más débiles o enfermos) se vean atrapados bajo el hielo y perezcan. Eso ha pasado, pasa y pasará siempre en la naturaleza, es la esencia de lo natural, como ya Darwin enseñó.
Esta especie (como todas las del Ártico) ha superado múltiples épocas de hielo-deshielo: rápidas, lentas y de todos los colores, por tanto, está parece adaptada a ello y no sufriría ningún daño si aumentase la temperatura global incluso en las cifras más altas predichas.
Las especies actuales son supervivientes, han demostrado en el pasado que pueden sobrevivir a cambios rápidos de clima (si no, se habrían extinguido). Los más optimistas dicen que si se produjese el cambio climático en los términos que se predicen actualmente, ni los narvales ni ninguna especie ártica sufriría gran daño.
De hecho-afirman- es posible que se viesen favorecidas: menos hielo = más fotosíntesis = más comida = más población de animales. Pero la rapidez con que el cambio se va a producir no se sabe porque, por ejemplo, el Centro Hadley, el más importante en investigación climática de Gran Bretaña, sostiene que en pocos años el clima en regiones polares puede cambiar un 50% más rápidamente que lo que se predijo en el 2000. La revista "Nature" lo hace depender de diversos factores y uno de ellos es que el mundo obtenga la mitad de la energía de fuentes que no tengan carbono.
El cambio climático no es un problema de la ciencia. Esencialmente es un titánico choque de intereses que enfrentan la capacidad de nuestro planeta para mantener la civilización de supervivencia más allá de la codicia y de los cálculos económico-políticos de los estados y sus grupos de presión.
En esa lucha el narval, diversas clases de tortuga y de mariposas, el limaco de mar elysia chlorotica), la foca, el axolotl y muchos, están más atrapados que otros. Pero el narval por las circunstancias apuntadas es de lo más vulnerables.