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En el ámbito de las guarimbas patrocinadas por radicales antichavistas, importa más lo que se haga creer dentro y fuera de Venezuela que lo que realmente suceda.En Venezuela no hay una reacción de estallido social, pero sí hay reacciones muy violentas de grupúsculos fanáticos antichavistas. Ahí ocurre la conjugación entre el teatro de operaciones de la realidad y la "realidad" en el teatro de operaciones de los medios y redes. Según los medios ayer éramos un país (Chacao como capital de la nación sifrina, epicentro de los destrozos) al borde de una "guerra civil", hoy uno totalmente diferente que está envuelto en su cotidianidad de consumo por la Semana Santa, aunque los medios se afinquen en omitirlo.Si analizamos esto a la luz de los dirigentes opositores, que no debemos subestimar, la famosa "resistencia democrática" es la más extraña del mundo: descansa, bebe, viaja, compra y consume como si se fuera a acabar el mundo un día después de afirmar que no se puede vivir un día más en dictadura, aún cuando Freddy Guevara diga que en Semana Santa no debe parar la calle.Casi en una épica de redes sociales, a los actos violentos del pasado lunes concurrió el reguetonero Nacho "La Criatura", quien descendió desde un avión proveniente de Miami y "se sumó como un venezolano más" a la "lucha pacífica" en las calles venezolanas. Con el apoyo de mucho twitter, facebook e instagram, y de más de 25 fotógrafos a su alrededor registrando el acontecimiento, con la parsimonia de un Ghandi del género urbano, "La Criatura" se dirigía lentamente hacia los efectivos de la GNB. Hasta ahí llegó el show precedido por una foto en el metro de Chacaíto.Farándula + política para intentar evitar que la agenda de la violencia se desinfle"Marico, y si nos traemos a Nacho para que venga a la marcha, güeón, miles de personas escuchan sus canciones y van a sus conciertos, güeón, eso seguro convoca a muchísima más gente y así llenamos la Francisco Fajardo de cabo a rabo": seguramente ese fue el cálculo que privó entre los coordinadores de la marcha al teléfono con Nacho. La matemática les falló y dio como resultado a un solitario Nacho en plena autopista haciéndose la víctima, algo que dentro del márketing de la farándula le viene bien ante su nueva guerra con Chino, que busca seguramente quitarle el apoyo del lobby anticomunista de los Stefan. La "lucha contra la dictadura" sirve hasta de escenario para que se resuelva una de las disputas faranduleras más mediatizadas de los últimos años y para vender más discos, ante la muy probable extorsión de quienes utilizan su red de esclavos reguetoneros y nuevos arjonas (propiedad del lobby Stefan) como arma cultural.Pero no sólo fue Nacho. Actrices de telenovelas, presentadores de televisión, la estrambótica (por lo buenota que está) Diosa Canales y otras figuras de la farándula nacional salieron a relucir para darle más alcance a la convocatoria, transformar la marcha en una especie de concierto y encuentro con los famosos, asiste a "luchar contra la dictadura" si quieres un selfi con alguno de ellos, similar a lo que hicieron en 2014, cuando todavía Diosa Canales no había explotado todo su potencial. Una estrategia para abultar las concentraciones y mitigar el espanto estético que da un Julio Borges o un Henry Ramos Allup. Poner como algo natural que no solo los políticos y la sociedad civil están en contra del gobierno, también los artistas apolíticos, cuando todo forma parte de la misma estrategia de crear una sensación de apoyo máximo y total, por fuera de lo estrictamente político, a las manifestaciones violentas.Pero se pasaron de aburridos, Nacho no cantó ni una sola canción a capella ni Diosa Canales se dejó de llenar con cerveza la franela para moralizar a los marchistas. Tampoco eso de luchar por la libertad es tan así como para dar un espectáculo gratis. Tampoco es que estamos tan jodidos.Aunque la escena fue una ridiculez y fue parodiada hasta por El Chigüire Bipolar, en medio de todo esto se da una batalla de la percepción y estas se construyen a partir de la redes sociales. La farándula es vinculada a la fuerza al terreno de la política real para intentar evitar que la agenda de la violencia se desinfle. Un recurso típico, y quizás de tanto manosearlo, ya desgastado. Aunque todavía queden esclavos del lobby Stefan para sumarse.