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Panorama ArchivoAstrid Schäfer, fundadora de Charcutería Fina y Fein Kaffe en Maracaibo, murió este lunes, informaron allegados a su familia.La señora Astrid, de origen alemán, como era conocida, cumplió en enero de 2016 42 años viviendo en Maracaibo. La Charcutería Fina fue creada en el año 1974, cuando sus fundadores, los esposos J. Astrid Schäfer H. y Luis Alberto Mogollón, logran concretar la idea de dirigir por si mismos una empresa comercializadora de alimentos en el estado Zulia. En esa época eran pocas las empresas que manejaban esa actividad en la región, por lo que en poco tiempo logra posicionarse como empresa pionera en la comercialización de alimentos congelados en este estado. Para luego, con gran esfuerzo, trabajo y persistencia, lograr penetrar los mercados de los estados Falcón, Lara y Trujillo, y de esta forma estar presente en todo el occidente del país. Paralelamente se comienzan a introducir especialidades gastronómicas que no se ofrecían en el mercado, lo que los convierte en líderes en esta actividad, logrando aglutinar una gran variedad de productos alimenticios en nuestra cartera de artículos, con la cual cualquier consumidor puede satisfacer sus gustos más exigentes.A finales de los años 90, se empieza a importar directamente productos de Canadá, USA, España, Holanda, Colombia, Brasil, Ecuador y Tailandia, lo que ha permitido tener una mayor ventaja competitiva y reforzar nuestra posición en el mercado. Este proceso nos ha llevado a afianzar óptimos vínculos a largo plazo con nuestros proveedores y clientes, y consolidar una relación de ganar-ganar. De esta manera, los consumidores han podido degustar y disfrutar la alta calidad y los excelentes precios de los productos que desde entonces comercializamos a través de los negocios más prestigiosos del occidente.
Fein Kaffee Desde finales de los años 80, Schäfer comenzó a considerar la idea de instalar un café y salón de té en la ciudad; ya que pensaba que un sitio así estaba haciendo falta en Maracaibo. Es así, que para el año 1983 se culmina la idea y se abre al público este café que era también un salón de té, pero que con el transcurrir de algunos años se fueron realizando algunos cambios para adecuarlo a los deseos y requerimientos de la clientela, lo cual lo fue convirtiendo en un café restaurante, y en el sitio de encuentro de Maracaibo.
Aquí la entrevista que concedió a PANORAMA en octubre de 2013
LA TRADICIÓN de Astrid Schäfer
Esta alemana cumple, en enero, 40 años de haberse establecido en Maracaibo. Desde que abrió Fein Kaffee celebra la fiesta popular de su país, el Oktoberfest. Aquí nos cuenta su vida a través de sus costumbres en primera persona.
"El Oktoberfest es parte de mi vida, de mi sangre, de lo que soy. Lo celebro desde que abrí el café y en enero cumplo 40 años de vivir en Maracaibo. Es una tradición que vino conmigo. Mi padre es de la región de Bávara de Múnich, allí donde nace la fiesta más popular de Alemania (en 1810) y la cual visitan alrededor de seis millones de personas y turistas.
Es una fiesta gigante, consigues diferentes cervezas rubias y otra gama de morenas. Colocan grandes toldos y diferentes marcas hacen su exhibición. Lo curioso es que se sirven cervezas de un litro. Nunca podrás entender cómo las mujeres pueden cargar con seis jarras en las manos y pasar todo el día atendiendo a cientos de invitados en ese festín en el que no paran de comer pretzel.
Mi versión es mucho más sencilla. Poco a poco, he mejorado la decoración, viajo a Alemania y me traigo jarras, banderas, libros... En lo que más me destaco es en la comida típica. Ellos comen pollo agrio, salchichas de muchos tipos, ensalada de cabeza de cochino, ensalada de lengua en gelatina, rodillas de cochino ahumada, entre otros platos. Todos los aprendí a hacer.
Aún tengo familia en Alemania y aprovecho para continuar con la tradición, a pesar de que la comunidad alemana en Venezuela no es tan fuerte como antes...
Mi padre llegó en la época de Juan Vicente Gómez. Él lo trajo personalmente para que trabajara en su cocina, al igual que a varios jóvenes especialistas en gastronomía. Mi papá me contó que Gómez pidió que todos los alemanes que viniera fueran de pelo negro, ojos negros y católicos. No quería que fueran de Selva Negra como los que llegaron a la Colonia Tovar. Ni de otra religión ni de otros valores.
Juan Vicente Gómez quiso mucho a mi padre hasta que una hija de él se enamoró de mi padre, entonces Gómez lo mandó a llamar y de castigo lo envió a Caripito para que se encargara de los comedores y los economatos de los campos petroleros.
Mi padre se casa con una señora nacida en Bogotá de padres alemanes. Se conocieron en Caracas. En aquella época había muchas enfermedades. Ella se enfermó embarazada de mi primer hermano. Le dio paludismo y la enviaron solita en un barco a Alemania para salvarla, poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Los salvaron a los dos. Mi madre pesaba 35 kilos y mi hermano dos. Luego recuperados se regresan a Caripito. Mi papá, en ese entonces, se muda a Caracas, se independiza y funda las primera fábricas de embutidos en Venezuela (le llamaban chefitos).
Recuerdo que todos los carritos de perros calientes eran nuestros. En las tardes la gente iba a la plaza Altamira para comérselos. Mi padre también fundó las primeras carnicerías de Venezuela, eran como de películas, con un servicio único, la gente se sentaba a ver cómo le preparaban todo.
Tanto fue el éxito que mi papá le manejó los economatos y las carnes a los militares en los primeros gobiernos democráticos del país. Con Medina Angarita creó la primera cervecería que se llamó Múnich, y así iba haciendo empresas tras empresas. De él aprendí la pasión por el trabajo y a creer en el progreso. Me crié y trabajé bajo sus fundamentos, al igual que todos los empleados que tuvo y quienes se fueron independizando para hacer sus propios negocios (embutidos, cervezas y carnes).
Yo hoy, después de 40 años, en Maracaibo, no abandono mis tradiciones y, mucho menos, el trabajo. La idea de venirnos acá fue de mi segundo esposo. Mi tercer hijo tenía 20 días de nacido. Fue una situación muy dura, siempre había trabajado para mi papá. Vivir sola en una ciudad en la que no conoces a nadie es siempre difícil...
Recién llegada recuerdo que fuimos a La Mesa, Trujillo, justo para Navidad. Yo no tenía conocimiento que las aguas de esos ríos estaban tan contaminadas, y puse a los niños a jugar. A los dos más pequeños les dio tifoidea. Aquí nadie daba con lo que tenían. Me fui a Caracas y me los salvaron. El varón tuvo muchas complicaciones, pero todo se solucionó.
Mis tres hijos, ya mayores, son grandes colaboradores y trabajadores. Tengo siete nietos, la mayor tiene 19 años y estudia en Manchester, Reino Unido. Tengo que reconocer que la gente en Maracaibo es muy bella. Acá somos más cariñosos, nos conocemos, nos ayudamos y apoyamos. Somos una familia. Eso no se ve en Caracas ¡y ni de broma en Europa!
Siempre digo que vivir en Maracaibo es un privilegio. Me atrevería a decir que el espíritu de la ciudad tiene un poco del de mi padre. Lo que caracteriza a los bávaros es que es una región libre... En 1947, con cuatro años, fui por primera vez al pueblito donde nació mi papá, en el distrito de Erding.
Para mí fue impactante llegar a un país después de una guerra. Todo estaba destruido, bombardeado y pasaban hambre, no había mucha comida. Me pusieron a estudiar en el mismo colegio donde se formó mi papá. Él ya había superado todas las calamidades por las que pasó en su niñez. Imagínate, que a mi papá se le ocurrió comprarse un Mercedes Benz laaargooo, quería demostrar que había llegado de América. Él fue muy maltratado en la infancia... Quizá fue la mejor manera que encontró de decirle a su gente que se había superado. Allí pasamos un año. Una experiencia increíble que no la olvido. Allí celebré por primera vez la Pascua, fiesta que también continúo aquí.
En el pueblo aprendí muchas cosas. Conocí sus tradiciones. Con mi hermana gemela recogía heno en una carreta. También conocimos las casas de las abejas y el proceso del cultivo de miel, tomamos cursos de cerámica e hicimos muchos amigos.
Mi hermana terminó siendo ceramista y fue premio nacional de cerámica. Recientemente le hice un homenaje porque se cumplieron 12 años de su fallecimiento. Murió trágicamente en un accidente aéreo. Ella se había casado por segunda vez y su esposo decidió que vivieran en Newport, Rhode Island, EE UU, porque allí podía tener su avioneta y su yate en un mismo lugar.Un día decidieron ir visitar a una amiga diplomática venezolana en Washington D. C, pero su esposo ya venía un poco enfermo, durante el vuelo él se puso mal y ella quiso regresar a casa.En la maniobra del aterrizaje consiguió varios obstáculos y quiso volver a subir, pero la avioneta impactó y estallaron. Fue muy duro ese golpe en mi vida.
Sin embargo, tengo la suerte de decir que cuento con una amiga que compartí con mi hermana en Erding, la hija de uno de mis maestros de escuela, y quien cumplirá 80 años. Siempre la visito. También sigo en contacto con la familia directa de mis papás. Soy la única de la familia que mantiene la relación con Alemania. Ahora Erding es una ciudad importante porque allí está el aeropuerto de Múnich y, por estas fechas, es el centro de atención del mundo por el Oktoberfest (que comienza la segunda semana de septiembre y permanece en octubre, a pesar de que tradicionalmente debería clausurarse el primer domingo de octubre).
Es importante no negar de tus raíces, allí está la esencia de cada uno. Siempre digo: 'El que no la debe no la teme'. Me he casado tres veces. La primera con el pintor Rubén Márquez, con quien tuve una hija (Mónica). Actualmente trabaja conmigo mi segundo exesposo, (Luis Mogollón (un empleado de la empresa familiar), el papá de mis dos hijos menores, quien no tiene más en su vida que a sus dos hijos.
Mi último esposo fue el poeta Hugo Figueroa ... Lo bueno es que todos me quieren, me hicieron un homenaje bello cuando cumplí los 70 años. Con el tiempo, uno va sumando experiencias. Puedo decir que yo nunca le hecho mal a nadie. Todo lo contrario".