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No sé que hacer con la certeza de la misma obra. Ya no quiero verla, pero algo pasa y no puedo ir a otro teatro!!!
- Quiero hacer un voto de silencio (¡pero no sé qué es)… sólo quiero quedarme en silencio y rogarle al cielo que acalle este ruido que inunda mis oídos, que rechina mis dientes y desgracia mi corazón.
Acalla el ruido, siléncialo, dame paz. No quiero una mujer sufriente dentro de un cuerpo que come, se viste y camina. No quiero sueños ajenos y en definitiva no quiero esa espada que me apunta con tanta miserableza…
Esa mañana, el ruido llegó como en tantas otras y aunque el volumen esa vez fue un poco más bajo, la velocidad de las palabras y su rudeza llenó el espacio y achicó mi corazón, la garganta se anudó y la palabra certera no pudo salir, solo balbuceos de miedo y esa sensación tan extraña de querer desaparecer, porque ensordecer no es suficiente, queda la vista, queda el entendimiento del significado de un manoteo, de un gesto….
- Padre, tú estabas ahí, mirándome, y ¿me preguntó por qué no levantas tu mano con poder y defiendes… ¿?? Me defiendes??? Mi alma tiene cicatrices, ellas son como pequeñas rayitas que se me han hecho con el paso de los años. No se ven a simple vista, pasan inadvertidas; pero yo las siento, las puedo oler y me pesan.
No sé que hacer con la certeza de la misma obra. Ya no quiero verla, pero algo pasa y no puedo ir a otro teatro!!!
Cuando mi alma queda desecha, mi mente se inunda de pensamientos vacíos, de muertes deseadas, de planes inacabados y de esperanzas perdidas. No sé que hacer conmigo!!!
No sé que hacer con esta certeza de una y otra vez la misma escena, los mismo actores, el mismo verdugo y la misma víctima, y hasta el mismo monólogo… Cambia el escenario, y eso!!! Lo peor es que no sé que hacer con la certeza de la misma obra. Ya no quiero verla, pero algo pasa y no puedo ir a otro teatro!!!
Tú estabas ahí mirándome, mas ya no me alcanza para agradecerte por el enano y por cada regalo que me has dado; el cansancio me sume en un letargo que parece envejecer mi alma, aún cuando mi cuerpo insiste en mantenerse joven.
… Suelo mirar los parques y los viejitos que se sientan en las bancas a ver pasar la vida que aún les queda, y un pedazo de mi mente desea estar así, esperando, quieta, silente. Tú me miras y yo no entiendo. Sé que me escuchas, pero no puedo encontrar dentro tus respuestas.
La desidia por mi misma me ocupa. Las canas están más visibles que nunca, mis uñas sucias y los mismo aretes hace ya semanas. Esa mancha que me atormenta volvió a oscurecerse y mi piel muestra el cansancio que mi espalda insoportablemente lleva. Mi pierna izquierda se pone rígida en las madrugadas y los dedos de mis pies se abren paralizados. En sueños me visitan personas que me abrazan sin amarme y es tal el dolor, que despierto con lágrimas que ruedan sin compasión y con un grito ahogado en mi garganta que me desgracia.
En conversación con mi Padre
Estoy cansada Padre y no sé que hacer con esta alma que soy!