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La capital es particularmente vulnerable porque se construyó sobre una cuenca sedimentaria y un lago seco que amplifican las ondas sísmicas
Por Pascale Mollard-Chenebenoît, AFP
La Ciudad de México, afectada por un sismo de magnitud 7.1 el 19 de septiembre de 2017, que se produjo en el centro del país, es una ciudad vulnerable porque se construyó sobre una cuenca sedimentaria que amplifica las ondas sísmicas, señalan expertos.
Alarma sísmica sonó después de iniciado el movimiento telúrico. (Foto: AP)
El terremoto, que causó al menos 225 muertos, fue “moderadamente fuerte” (7.1), dijo a la AFP Yann Klinger, especialista en tectónica de placas del Instituto de Física de la Tierra de París.
En comparación, el que ocurrió al sur de México el 7 de septiembre, de magnitud 8.2, era “un monstruo”, pero relativamente menos mortal (100 muertos), dijo.
“El que haya muchas víctimas esta vez se debe, en particular, a la configuración específica de México”, explica.
“México es un lugar extremadamente activo en el plano sísmico”, dice el sismólogo Michel Campillo, profesor en la Universidad de Grenoble, Francia.
El gran terremoto de 1985, de magnitud 8.1, que devastó México, causó más de 10, 000 muertos (30, 000 según algunos cálculos).
“El sismo del 19 de septiembre está relacionado con el hundimiento de la placa de Cocos, una micro-placa situada debajo de la placa Norteamericana”, dice Yann Klinger.
“Esta micro-placa está atrapada entre la placa del Pacífico y la placa Norteamericana”, dijo.
Tradicionalmente, la costa oeste de México registra grandes terremotos debido a la fricción entre la placa oceánica y la placa continental.
“Pero este sismo es un poco particular porque se localizó al este. En lugar de hundirse suavemente, la placa de cocos flotó un poco y luego terminó por impactar más lejos hacia el este. Se torció y se rompió. En ese lugar se produjo el terremoto”, dijo Yann Klinger, Director de Investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés).
Se trató de un “terremoto entre las placas”, que ocurre al interior de una placa, no de un “terremoto de subducción” convencional (ruptura en la interfaz de la placa oceánica y la placa continental), como en el caso del sismo del 7 de septiembre.
El epicentro del sismo se situó a 120 kilómetros de la capital, su foco a 57 kilómetros de profundidad.
Arenas movedizas
Ya sea un terremoto intraplaca o de subducción, esta configuración geológica genera una amplificación de las ondas sísmicas, con frecuencias muy perjudiciales para los edificios de varios pisos. De ahí el mayor peligro para los habitantes.
“Hay dos efectos muy perjudiciales que se combinan, las ondas quedan atrapadas en la cuenca y se amplifican. Además, los sedimentos suaves (arcillas, arena) pierden su consistencia al ser sacudidos y se licuan, un poco como arenas movedizas”, dice Yann Klinger.
Algunas imágenes del sismo de 7.1 “se parecen a las de 1985, con edificios que se derrumban sobre sí mismos », señala Michel Campillo.
David Rothery, profesor de Geociencias en la Universidad Abierta (Reino Unido), también señala que en la ciudad de México “la naturaleza del suelo tiende a amplificar el terremoto, como en 1985”.
Pero el experto se pregunta sobre el colapso de la escuela primaria y secundaria Enrique Rébsamen en la Ciudad de México, “parece ser un edificio moderno”, escribió en un comentario publicado por el Science Media Center (SMC).
“Si se hubiera construido adecuadamente, no se habría derrumbado y espero que se cuestione si se respetaron los códigos de construcción”, dijo.
Los científicos esperan réplicas en los próximos días o semanas.
“En un esquema clásico, las réplicas son de una magnitud más moderada que el sismo inicial, pero no se pueden descartar choques fuertes”, dice Yann Klinger.