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"La 'performance' es todo para mí, es mi vida", la serbia Marina Abramovic exhibe en Sao Paulo una gran retrospectiva de las famosas obras que convirtieron su cuerpo en un objeto para probar los límites de la vida y del arte.
"Es poder dar algo a la gente, hacer que las personas se cuestionen, se hagan preguntas, se reflejen a ellas mismas", dice la artista de 68 años en una entrevista con AFP poco antes de dictar una de las conferencias contempladas en la muestra 'Terra Comunal', que se exhibe hasta el 10 de mayo en el centro cultural Sesc Pompeia.
Es la mayor retrospectiva de su obra presentada hasta ahora en América Latina y contiene vídeos, objetos y registros de algunas de sus más reconocidas 'performances' como 'The House with the Ocean View' ('La casa con vista al océano', 2002), 'The Artist is Present' ('La artista está presente', 2010) y '512 Hours' ('512 Horas').
"Mi relación es muy larga con Brasil, un país al que veo como un continente, con tantas diferencias culturales, de naturaleza. Vine por primera vez en 1986 y sigo viniendo, aunque esta es la primera vez que realizo una muestra tan grande no solo en Brasil, sino en América Latina", comentó.
Nacida en Belgrado en 1946, Abramovic es hija de guerrilleros que lucharon contra el nazismo y que después fueron parte del Gobierno comunista de Tito en la exYugoslavia. Comenzó su obra en la década de 1970. Tuvo como compañero de vida y de trabajo al artista alemán Uwe Laysiepen, 'Ulay', de quien se separó en 1988 después de que cada uno caminara más de 2.000 km desde los extremos opuestos de la Gran Muralla China.
Se encontraron en el medio y se dijeron adiós. Fue la 'performance' de despedida. "Habría sido más fácil llamar por teléfono para despedirse", dice Abramovic entre risas. "Sin embargo, no renuncio fácilmente a las cosas".
Considerada una precursora de esta manifestación artística y "la abuela de la 'performance'", como ella misma se bautizó, Abramovic permanecerá los dos meses de la muestra en Sao Paulo. Durante la exhibición, el público también puede experimentar el 'Método Abramovic' que ella ahora enseña a jóvenes artistas y que consiste en una serie de ejercicios físicos y de concentración donde el desafío es estar en silencio, y volcarse hacia sí mismo.
Abramovic ya ayunó durante días, dejó su cuerpo junto a varios objetos a disposición del público, incluso un arma cargada para quien quisiera usarla; perdió la conciencia en medio del fuego, bailó hasta caer rendida, dejó que Ulay apuntara una flecha directo a su corazón y estuvo sentada más de 700 horas mirando a los ojos a quien quisiera estar frente a ella en 'The Artist is Present', presentada en el MoMa de Nueva York.
Para ella, lo más difícil de sus actos no es el dolor o la incomodidad física, sino el enorme esfuerzo mental.
Pregunta: Su cuerpo ha sido el instrumento para su obra. ¿Qué necesitaba comunicar a través de él?
Respuesta: Cada 'performance' tenía su propia idea, su propio concepto. Ahora mismo para mí es muy importante el Método, porque entrego los instrumentos para que otros hagan sus propias 'performances', para que estén con ellos mismos. Las 'performances' son sobre energía, son una reflexión sobre tu responsabilidad en el mundo. Es una manera muy inmaterial de arte, no es una pintura.
P: Durante sus actos se sometió a dolor, a fuego, al miedo, al frío. ¿Cómo lidió con eso?
R: Simplemente enfrentándolo. Uno no podría hacer eso en la vida privada, pero sí con la energía del público que está mirándote. Cuando se está realizando una 'performance', estás por encima de ti mismo. En mi vida nunca haría cosas así, pero en las 'performances' me someto a tareas muy duras, hice cosas que temía, cosas que no me gustaban.
P: En algunas de sus 'performances' puso en riesgo su vida. ¿No tuvo miedo?
R: Nunca quise ser asesinada y no fui asesinada, aún estoy viva. Había un arma, sí, pero nadie la usó. Hay que tener fe, hay que tener coraje.
P: ¿Tiene alguna idea que haya querido realizar y que hasta ahora no hizo?
R: No. Siempre estoy pensando en cosas nuevas, pero no siento la falta de nada. Cada idea loca que tuve, ya la realicé.