¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que mimesacojea.com escriba una noticia?
Solo sé de Grecia lo que dicen los periódicos, así que doy por hecho que no sé prácticamente nada. Sí me consta que los griegos son gente amable y conversadora, porque tuve la oportunidad de comprobarlo en carne propia poco antes de que prendieran fuego al árbol de Navidad de la plaza Sintagma.
Han pasado seis años (seis, tú) de la fogata aquella y siguen los griegos para pocas bromas. De ahí que a más de uno le hayan sentado regular las críticas foráneas hacia su exclusivamente masculino casting de ministros. Que nos metamos en nuestros asuntos, dicen. Que bastantes agentes exógenos tienen ya mangoneando en sus vidas como para que lleguen ahora los adalides de la paridad para decirles también cómo hacer las cosas.
Razón no les falta, pero eso no impide que cada cual sea libre de levantar una ceja, o las dos incluso, al ver la foto de esos 12 señores y ninguna señora proclamando un cambio social sin parangón.
Eso, sin embargo, no es lo más desconcertante del asunto, como tampoco lo es que un buen montón de españoles hayan espetado un Virgen del Amor Hermoso al descubrir que el hermano heleno de Podemos arrastra tan vetusto sesgo. Lo verdaderamente inaudito de todo esto, lo que merecería un análisis más pausado, con café y bizcochos de por medio, es que haya quien sostenga que la decisión de Tsipras no es machista. Es, dicen, peculiar. Exótica, si usted quiere. ¿Pero machista? Qué coño.
Al fin y al cabo, Tsipras solo ha tirado de lo que tenía a mano. Ponte en situación: estás en un ambiente mayoritariamente masculino y tienes que conformar un equipo, ¿para qué romperte la cabeza? Ahí está Yanis y Nikos y Panos y Yorgos. ¡Son buenos muchachos! Comunistas y simpáticos, la clase de gente con la que te cargas una Troika un martes por la mañana.
¿Que hay mujeres igualmente válidas para el puesto (o quizá incluso más) que los elegidos por Tsipras? Bueno, es posible, pero eso implicaría buscarlas. Porque, en ciertos ambientes, ya se sabe, las mujeres parecen esconderse. Eso no es culpa de Tsipras, es culpa del mundo, de la sociedad, de qué sé yo, pero no de Tsipras. Bastante tiene el hombre con lo que tiene. Si tuvieses que negociar con Merkel y con Lagarde, ¿perderías una tarde en hacer entrevistas de trabajo solo por no sé qué corrección política?
Tsipras ha sido machista, lo entienda él o no. Tras los discursos, a la hora de la verdad, ha elegido a Los Que Estaban Ahí, que, en política, como en tantos otro sectores, son casi siempre varones blancos sin prisa por llegar a casa.
The post Los 12 griegos appeared first on Mi Mesa Cojea.