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El liderazgo venezolano y la participación vecinal. En búsqueda del ejercicio ciudadano

20/03/2018 20:50 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Afortunadamente, cada vez más surgen formas diversas de organización de aquello que dan por llamar la sociedad civil, la ciudadanía

Lastimosamente, los venezolanos podríamos ser caracterizados, y en muchas situaciones así nos hemos comportado, como una sociedad en la búsqueda permanente del mesías, aquel líder capaz de superar todos nuestros males y que por supuesto, nos lleve a ser un país próspero. Y es precisamente en esa búsqueda, en la que hemos seleccionado -votado- por los más populistas, por quienes nos han ofrecido, aunque no cumplido, el mayor porvenir en el menor tiempo posible y al menor esfuerzo potencial, al tiempo de ignorar, y hasta despreciar al que nos ofrezca, como lo hiciera Winston Churchill al pueblo del Reino Unido: "I have nothing to otferbut blood, toil, tears and sweat” sangre, trabajo, sudor y lágrimas.

La cuestión esta, en que el liderazgo político se parece, en exceso, a nosotros por lo que no podríamos tener a otro distinto, con lo cual se podría afirmar que nos falta aprender mucho, no solo para elegir bien, que de suyo sería importante, sino para comportarnos como ciudadanos.

Efectivamente, por más de un siglo, Venezuela ha sido un país en el que hemos vivido de la renta petrolera, haciendo oídos sordos a aquellos exhortos de ilustres nacionales que nos aconsejaron la siembra del petróleo, Arturo Uslar Pietri y otros, llegando casi a convencernos que somos un país rico, no por nuestro esfuerzo, ingenio, capacidades o formas de organización y participación en la cosa pública, sino a razón de nuestras fortunas y bellezas naturales. Quimera que se muestra en la obra de Axel Capriles (2016): La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo y otras.

Lo que no dudo en fijar de indolencia -de todos o la mayoría de nosotros- flojo según la RAE y Falta de esfuerzo o dedicación para la realización de las tareas necesarias o prescritas para Wikipedia, se palpa en el desapego por los asuntos de las políticas públicas, por el desconocimiento de nuestra principal industria y el manejo de nuestro patrimonio -el del estado y no del gobierno de turno-, por la ignorancia de los presupuestos públicos y sus vías de financiamiento, por el destino de los recursos de la nación y hasta de los impuestos que pagamos de manera directa o indirecta.

Pero hay más, quizás mucho más, pues lo anterior se refuerza por lo laxo en la aplicación del marco legal, por nuestra falta de carácter ante la corrupción y hasta asumir que quienes tocan coyunturalmente las funciones de gobierno -el funcionariado público- asuma posturas de jefe y no de servidor, quien no entiende, y no le hacemos entender, que él es nuestro empleado, a quien, con el patrimonio de todos, se cancela su emolumento.

El empleado público, debe entenderse, y al mismo tiempo asumirse como tal

Todo lo anterior resulta en una responsabilidad -cumplimiento de obligaciones-, individual y colectiva cuando asumimos don de ciudadanos por el de habitantes o moradores, asunto nada fácil si apreciamos las formas de hacer politiquería -degeneración de la política-, con las que muchos procuran subyugarnos a partir de nuestras necesidades y así procuran que participemos, no de manera efectiva en la generación de políticas públicas, control de la ejecución presupuestaria o en el ejercicio de transparencia, sino para validar sus actos, siendo por tanto una población manipulada, usada como decoración o de participación simbólica como diagramó Arnstein (1969) en la escalera de la participación.

Lo anterior se compadece en casos como el de los consejos comunales, devenidos en los famosos CLAp, y otras formas asociativas comunitarias donde se puede apreciar la disposición de algunos vecinos por participar para atender las carencias comunes quienes lucen alta disposición, aunque no así en las formas de organización y los roles que les corresponde, llegando pausadamente, en algunos casos, y otros de manera abrupta, a la frustración por la no resolución de sus inconvenientes y la poca valoración a sus esfuerzos.

De ahí que mucho nos hace falta potenciar la verdadera participación -ser parte de-, para lo cual es crucial, más que contar con dispositivos legales comunitarios, resulta clave, sólo a título ilustrativo: 1º aplicar las normas de manera íntegra y no como favorezca, 2º propiciar la verdadera organización vecinal autónoma, 3º formarles para trascender al voluntarismo, 4º prestarle la debida atención y reconocer su rol protagónico, 5º involucrarlos en la gestión pública, especialmente la local, 6º reconocerles su cualidad de ciudadanos, por encima la del servidor público quien le debe prestar el servicio, siendo indebido: 1º asumirles como una masa meramente electoral, un mal necesario para mantenerse en el poder, 2º únicamente desarrollar una política asistencialista y no formadora de ciudadanía, 3º inmiscuirse en sus formas de organización, 4º politizar y continuar politizando las maneras organizativas de la sociedad, 5º cercenar sus posibilidades de participación y 6º hacer procesos de intervención con imposición de soluciones que en poco o nada tributa a su desarrollo social, político y comunitario.

Para ello, el empleado público, debe entenderse, y al mismo tiempo asumirse como tal, debe entender que él esta limitado a cumplir aquello que le impone la ley y no hacer lo que estime, por lo que debe responder civil, penal y administrativamente por sus errores u omisiones, que esta para servir y no para ser servido.

Afortunadamente, cada vez más surgen formas diversas de organización de aquello que dan por llamar la sociedad civil, la ciudadanía, siendo cada vez mayor su impacto social, teniendo varios lustros criticando el estado de cosas que vivimos, que nos deseamos ni merecemos y que debemos cambiar, asunto de la exclusiva responsabilidad de la ciudadanía nacional.

La responsabilidad -cumplimiento de obligaciones-, individual y colectiva cuando asumimos don de ciudadanos


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