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Porsche es un fabricante de deportivos, aunque en los últimos años es más conocido por vender todocaminos y -de paso- deportivos. En su gama se han mezclado las versiones de producción limitada a un número x de unidades con las de producción en serie -tantas se venden, tantas se fabrican-.
Ahora mismo el Porsche 911 R es la quintaesencia del disfrute al volante en carretera dentro de la gama 911. Tiene 500 CV, aligeramiento de peso, un chasis muy afinado, cambio manual... y solo se van a fabricar 991 unidades. Es muy caro y exclusivo, y unas cuantas unidades tienen como destino la simple especulación.
¿Y por qué no hacer una versión del 911 que sea simplemente divertida de conducir, pero sin los rigores de las series limitadas? El responsable de i+D de Porsche, Michael Steiner, ha confesado a Autocar que existe hueco en la gama para algo así. Se basa en que hay un nicho de mercado de puristas -puristas con dinero- que buscan todo lo contrario a un SUV: sensaciones, diversión, mayor conexión entre hombre y máquina.
Eso nos puede llevar a pensar en un 911 en que sea una prioridad el ahorro de peso y no haya lujos, recurra a un motor ligero y potente, obviamente sea manual y tenga un precio más razonable. Una serie no limitada no cuenta con problemas inmediatos de especulación ya que tiene menor valor a futuro. El precio se puede ajustar un poco, pero sin que eso le acerque a los 718 Boxster o 718 Cayman, que ya cumplen su función.
"The last car built on earth will surely be a sports car." ? Ferry Porsche pic.twitter.com/d7CsbDKgt8
? Porsche (@Porsche) April 9, 2015
Mucho me temo que este fenómeno va a ir a más, y no solo en Porsche. Si la tendencia global es a hacer coches en que cada vez hay más desconexión con la carretera, empezando por una mayor comodidad y terminando en la conducción autónoma, es lógico que se intensifique el purismo. La visión a largo plazo del automóvil es puramente pragmática, donde la movilidad está por encima de todo, pero no hemos de olvidar que el automóvil no nació así.
En el amanecer de este invento moderno, el coche era más un medio de disfrute de las clases altas que una forma popular de moverse. Eso llegó mucho tiempo después. Ya lo dijo Ferry Porsche, "el último coche que se construya en la Tierra será con seguridad un deportivo". Por lo tanto, los fabricantes de este nivel de reputación no deberán olvidar que siempre tendrán una clientela que no querrá comodidades, ni que una máquina conduzca por él. El que no atienda a ese público le regalará clientes a los demás.
¿Y cuándo se va a materializar todo esto? Es una incógnita. La generación actual del 911 (991) ya se presta a hacer algo así, no hace falta esperar a la siguiente. Bastaría con adoptar la filosofía del 911 R, utilizar componentes más económicos y un motor menos brutal. No hay que hacer un máster para saber eso.