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El 50% de la población es disidente u opositora al gobierno de Venezuela, pero no es tenida en cuenta por el oficialismo
LA MECHA ESTÁ ENCENDIDA
La mecha está encendida y, un día no muy lejano, me atrevo a profetizar, que este “bravo pueblo” como es llamado el de Caracas, al que se le rinde culto en el himno nacional de Venezuela, no soportará más vejaciones, humillaciones y desprecios por parte de los funcionarios del gobierno del coronel Hugo Rafael Chávez Frías y de éste mismo, quienes, según comprobamos a diario, denigran a ese mismo pueblo, lo insultan, lo maltratan verbal y físicamente, toda vez que utilizan todo el aparato del Estado para amenazar a cuanta persona disiente de sus arbitrarias decisiones, órdenes, violaciones de la Carta Magna, violaciones de la Ley y el orden, o simplemente hablan de los problemas insolutos de las comunidades, entre otras.
La mecha está encendida y esa empatía gratuita que se muestra hacia un socialismo fracasado de los años 60, representado por personajes nefastos para la historia de la humanidad y sus derechos fundamentales como Mao en la China, Kruschev en la vieja U.R.S.S. y Castro en Cuba, quienes se inspiraron además en doctrinas propuestas en contra de la oligarquía creciente y explotadora que se adueñó de los medios de producción a finales del siglo XIX y que por ende es absolutamente inaplicable en nuestros días, que no tiene asidero en las realidades de estas repúblicas que cada vez adquieren mayor autonomía, que se despojan a través de los organismos multinacionales de los yugos imperialistas del norte, llegará a su fin, tal vez con doctrinas de un socialismo moderado como el practicado en Brasil, Chile o Paraguay, en nuestro amado continente, o en España y Francia en el amado Viejo Mundo.
La mecha está encendida y se aviva cuando las manifestaciones de protesta con todo derecho consagradas y reglamentadas por la Constitución son tratadas con tanta discriminación por parte de ese partido que gobierna al país y al municipio Libertador, sede del centro del poder político de la nación, coartándole el derecho a ingresar en ciertos sectores de la ciudad, lo que ya tiene exacerbados los ánimos de los anti-chavistas entre los cuales se encuentran cientos de miles de ex chavistas. Lógicamente contrapuesto a las autorizaciones de las marchas rojas rojitas quienes tienen acceso a pavonearse por los alrededores de los palacios de gobierno, liderados por los jefes del partido unido socialista de Venezuela, presidido por Chávez, cuyo vicepresidente es uno de los ministros, cuyo secretario general es el otro ministro y cuya dirigencia se encuentra encumbrada en los más altos cargos de la mal llamada por ellos V república.
La mecha está encendida, dado que en la capital el oficialismo ya no tiene los adeptos suficientes para igualar a la disidencia o a la oposición, tal como quedó demostrado en las elecciones de Noviembre de 2007, cuando fue elegido Ledezma como alcalde metropolitano. Entonces para suplir esa diferencia llegan a la capital desde el día anterior cientos de buses llenos de gente vestida de rojo, con todos los gastos pagos con recursos del estado, para participar en las marchas del oficialismo, encabezadas normalmente por los eméritos ministros Maduro, El Aizami, Ramírez, Acuña, Navarro, entre los más prominentes.
La llama está encendida y a raíz del conflicto que se inventa Chávez en contra de Colombia por el caso de los misiles suecos vendidos al gobierno de Venezuela y hallados en poder de la guerrilla de las Farc, seguido por el anuncio de las operaciones militares de los gringos en bases colombianas, ha causado un movimiento en la frontera que nos da un ejemplo de corrupción desbordante en la milicia venezolana, como prueba de la que se ha generalizado en todos los grupillos de los burócratas gubernamentales a cambio del servilismo a Chávez: hace pocos días crucé la frontera como pasajero de ida y vuelta y cuál no sería mi sorpresa cuando el taxista nos preguntó que si teníamos algo que pasar que nos pudiera quitar la guardia nacional, a lo que un pasajero dijo que cargaba unos medicamentos que ya le habían quitado alguna vez. La solución fue mágica: Tranquilo, dijo el conductor, la guardia está “comiendo”, hay unos tipos recogiendo la cuota a los que llaman “moscos”, yo los conozco a todos, ellos nos dan una clave que se la decimos al guardia que nos vaya a revisar el equipaje y nos deja pasar sin problema. Cuánto vale? pregunta el pasajero; 30 bolívares, unos nueve mil pesos colombianos, unos cinco dólares americanos. Efectivamente, el mencionado “mosco” se arrimó, cobró 32 bolívares a lo cual yo indagué, para qué esos dos bolívares? Para los paramilitares, contestó el conductor, la clave era Febrero 80, al pasar por el lado del guardia, el conductor pronunció la clave en voz alta y el uniformado nos hizo señas para que siguiéramos libremente. Pasan aproximadamente trescientos vehículos públicos por hora pagando 32 bolívares, es decir un promedio de nueve mil seiscientos bolívares por hora, equivalentes a nueve millones seiscientos mil bolívares de los antiguos, es un realero, utilizando las mismas palabras de los patriotas. Quién está detrás de esto? Qué bueno sería que alguna autoridad civil investigara estas graves irregularidades que acontecen solo aquí en la frontera.
La mecha está encendida y en vez de echar leña al fuego, los venezolanos tienen un arma en sus manos para sofocar esos vientos de guerra que tanto invoca su presidente, utilizando el mayor catalizador posible para estos casos y es una convocatoria de amor por Venezuela de carácter civil, eclesiástica o de cualquier índole distinta a la corriente del partido único y excluyente de gobierno, para que los unos y los otros, al margen de las altas esferas que se alejan día a día en su postura, unan una sola voz de fraternidad y unión en pro de lograr concatenar un aparato estatal que aproveche al máximo las riquezas energéticas del país y las reinvierta en su propia población tan golpeada por las más sentidas necesidades de seguridad, de vivienda, de servicios públicos; para dejar de generar polémicas internacionales inocuas que solo buscando protagonismo, inoculan la división y el odio entre los pueblos de Bolívar, quien a propósito ha sido tan mancillado por las atribuciones que le ha asignado el mandatario patriota poniendo su nombre a un tal socialismo bolivariano, que debiera ser más bien castrense por partida doble: por lo militarista de un lado y por la adhesión a Fidel, dictador del anquilosamiento cubano hace más de cincuenta años.
La mecha está encendida, apaguémosla con amor.