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Representantes de un grupo de 230 judíos ortodoxos dieron este lunes su versión a fiscales guatemaltecos sobre su salida forzada de un pueblo indígena, que los expulsó por un choque cultural y religioso, informó a la AFP uno de los dirigentes.
"Estamos explicando (a fiscales) los motivos de nuestra salida de (el municipio) San Juan La Laguna", unos 200 km al oeste de la capital, en la ribera del turístico Lago Atitlán, dijo vía telefónica a la AFP el guatemalteco Misael Santos, convertido al judaísmo.
Explicó que personal del Ministerio Público (Fiscalía General) los llamó para dar su versión sobre el conflicto religioso y cultural con dirigentes indígenas de la localidad, que derivó en su expulsión la semana pasada.
Aclaró que el llamado obedece a una "denuncia verbal" por discriminación y racismo que interpusieron el 19 de agosto ante la Fiscalía contra el Consejo de Ancianos Indígenas y autoridades de la municipalidad, quienes propiciaron su retiro forzado.
La salida abrupta de los judíos comenzó el jueves de la semana pasada, un día después de que fracasó una reunión en la Procuraduría de Derechos Humanos para buscar la armonía y paz entre los dos grupos.
Los judíos se instalaron en un vetusto edificio de seis niveles en la capital guatemalteca, que es inapropiado para vivir debido a que fue construido para oficinas. En el lugar esperan permanecer mínimo seis meses mientras compran terrenos para construir su propia comunidad alejados de otros poblados.
La comunidad judía comenzó a asentarse desde hace seis años en la orilla del Lago de Atitlán, hasta alcanzar unas 230 personas, la mitad menores de edad. La mayoría son ciudadanos de Estados Unidos, Israel, Reino Unido y Rusia, y unos 40 son guatemaltecos.
Sin embargo, desde octubre del año pasado los pobladores de la localidad empezaron a molestarse con su presencia al argumentar que son contrarios a las costumbres mayas.