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El presidente de Venezuela Hugo Chavez, decidió romper sus relaciones con Colombia, poniendo a su país en alerta ante la posibilidad de una guerra, demostrando así una vez más su intolerancia e incapacidad para resolver los problemas por la vía diplomatica
Ante la denuncia del presidente colombiano Alvaro Uribe, a las Organizaciones de Estados Américanos OEA de existir grupos rebeldes colombianos de LA FARC en territorio venezolano, con la complicidad de Chavez, el presidente de Venezuela respondió con una ruptura en sus relaciones diplomáticas, y por si fuera poco, puso en alerta a sus tropas ante el peligro de un avance del ejercito colombiano en su territorio.
Situación que demuestra la incapacidad de Hugo Chavez para resolver los conflictos por la vía diplomática, la intolerancia y la justificación. La manía de armar una guerra de cartón, cómo aquel chico que al verse infraganti se pone caprichoso, tira y rompe todo porque no tiene argumentos válidos, ni concretos. Del mismo modo Hugo Chavez pone en vilo a su nación, en la incertidumbre de un conflicto vélico, con las lamentables consecuencias que esto significa; pero solo él sabe que no habrá guerra, que todo es un teleteatro para desviar la atención del verdadero problema: La existencia o no de grupos guerrilleros de LA FARC en su territorio.
De ser no, debería estar tranquilo y prestarse a una observación, de ser si, que mejor que armar un poco de barullo para ganar tiempo, tal cómo cuando alguién te arregla mal un artefacto eléctrodomestico y cuando le vas a reclamar, se hace el ofendido y te quiere pelear.
Lo malo de esta situación es que Chavez es un presidente y millones de personas dependen de el, se preocupan, sufren porque tienen familias y así sea que todo termine en la nada, ¿Para que esta situación de zozobra?
Cuanto tienen que aprender estos sujetos, del ejemplo de personas cómo Mandela, el expresidente de Sudáfrica. Debería haber un comité internacional para examinar si una persona esta apto para postularse a la candidatura de una nación, formada por expresidentes que han demostrado una conducta intachable en su gestión, sin estar acusados de enriquecimientos ilícitos, ni corrupción, o impunidad, cómo en Argentina lo teníamos a Raúl Alfonsín, quien se pudo haber
equivocado en algunas cosas, pero nadie lo podrá acusar de haber sido corrupto.