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Ambos son distintos pero se parecen demasiado, y he aquí el comparativo:
1. Los dos personajes son ampliamente públicos, a nivel nacional y más allá. Pues Hebe con la acción de los derechos humanos logró trascender más allá de las fronteras. Mientras que Diego lo hizo con mayor alcance, por tener la virtud de un juego, el que más gente nuclea al mundo, y que estuvo al alcance de todos por la televisión en directo.
2. Los dos fueron expertos en su tema. Para ella los desaparecidos, de tener a dos hijos incluidos, fue la fuerza de la lucha que la llevó a aprender, sobre leyes y derechos. Maradona y su eximia habilidad con la pelota, más el buen manejo de su corto cuerpo, y su enorme visión de estar siempre ubicado allí, donde pasa todo el juego, lo volvieron experto de manera sin par.
3. A ambos el sobrepeso los agobia como levadura sobre masa. Así sea por tener los nervios en flor, por la ansiedad de los resultados, la presión de los medios que son prensa presa de novedad, o de sentir nada de intimidad, lo cierto que engordaron como pavo para navidad.
4. Hablan con locuacidad irrefrenable y son tan polémicos como conflictivos. Vaya si la razón va por detrás de lo dicho, a los dos le pico el bicho, de decir sin meditar, y muchas verdades junta con injustas, salen de la boca, como disparo de escopeta en manos inexpertas.
5. Descalifican primero antes de pensar en lo que dicen. Más de lo mismo, pero sin meditar, algo que le dijeron al pasar, toman como cierto, y ante tal situación se defienden atacando, y aunque todo fuera un invento malvado que era error, ni ahí que se arrepienten, y menos de pedir perdón.
6. Son incongruentes de afirmar algo para luego, en oportunidad distinta, desdecirse. Cosa curiosa es que la Coca sea buena y mala a la vez, y es de escucharlos a ambos decir blanco cuando después comentan negro, y si se le señalan el error, montan enojos furiosos, de esos de temer.
7. Se los quiere con adoración o se los odia considerándolos enfermos emergentes de un estrato social subterráneo, al medio nada hay. Uno insulta diciendo esto y lo otro, y el que está al lado, hasta una iglesia le levanta.
8. Ciertamente el síndrome del estrellato es el otro yo que los impulsa a andar atropellando, pisando juanetes y dedos de uñas encarnadas. Se manejan sin algún prurito, ni sofrenan sus pasiones, embisten directamente diciendo a veces con razón, pero otras hasta les rompen el calzón.
9. Los dos personajes han caído en asuntos oscuros, involucrados y salpicados por cuestiones varias que incluyen a “malas compañías” a su lado. El escándalo de Hebe, de millones de pesos esfumados, que ha quedado tapado, por la acción oficial, de meterle presión a un juez homosexual, más una cuenta en España, difícil de explicar, la ha manchado a ella y lo que representa para la sociedad, igual que Wandi Mandela, la esposa de aquel luchador, que cuando pudo se guardó dinero ajeno, y se ve que no tenía remedio, pues su esposo después la echó. Con Maradona con la droga y la fiesta sin disenso, lo llevaron a estar al borde del abismo, allí mismo donde la muerte le saluda a Ud. sonriente, llamándolo a pesar de no querer él ir a pasear.
10. A ella le sobran hormonas masculinas y a él femeninas, lo que los asemejan más aún. Es así, se muestra Bonafini demasiado masculina, a pesar de usar pollera fina, y a él aquel tapado blanco, más arete, y su amistad muy estrecha con la estrella musical, llamada Riky Nartín, lo dejaron holgado ante la prensa especial.
11. El estudio, que es el instruirse, no ha sido ni es un pasaje notable en la vida de los dos personajes. Lo básico y elemental cae bien ante el pópuli, y ellos eso son, por lo que a pesar de poder, mucho que digamos no leyeron, menos si además debían estudiar, cosa que ni ahí le atraen.
12. Creen que el haber sido en un momento dado importantes en lo que hicieron les da derecho a cualquier impunidad, como el opinar de lo que no saben o el insultar al que diciente.
13. Por último y como conclusión, vemos que la semejanza entre los dos íconos populares son tan cercanas como traste en bombacha de mulata, en un tórrido verano festivo.