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El gobernador del Banco de Inglaterra criticó el miércoles por la noche la política de austeridad de la Eurozona, avisando de que se corre el riesgo de "una nueva década pérdida" si los países ricos no ayudan a los pobres.
En plena crisis griega, el canadiense Mark Carney pronunció un discurso en Dublín en el que lamentó que la creación de una misma moneda para todos no diera lugar a la creación de instituciones y mecanismos a la altura. "La Eurozona ha sido relativamente tímida a la hora de construir las políticas e instituciones necesarias para aportar una prosperidad duradera a sus ciudadanos", estimó.
Carney abogó por la construcción "de instituciones que permitan compartir riesgos, como las que existen en las uniones monetarias de éxito".
"A día de hoy, el progreso en materia de reformas estructurales en la Eurozona es desigual (..) Los responsables de Europa no prevén una unión fiscal en el marco de la unión monetaria. Esa timidez tiene un coste", avisó.
"No es momento de medidas a medias", prosiguió Carney, cuyos comentarios podrían incomodar a una Alemania que se muestra firme en no rebajar la exigencia de reformas a Grecia.
En el marco de una unión fiscal, las decisiones sobre recaudación y gasto de impuestos se toman por instituciones conjuntas.
"Es difícil no llegar a la conclusión de que si la Eurozona fuera un país, la política fiscal sería claramente más favorable", añadió Carney.