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El presidentefrancés, François Hollande, nombró este martes un nuevo gobierno sin los principales representantes del ala izquierda del Partido Socialista (PS) que criticaban su política de austeridad y con un exbanquero de negocios como ministro de Economía.
Emmanuel Macron, un exbanquero de negocios de 36 años y hombre de confianza de Hollande, sustituye así a Arnaud Montebourg, cuyas críticas a la política económica del gobierno este fin de semana provocaron la peor crisis política de la actual presidencia.
La designación de Macron, quien es partidario de una línea más liberal y no es miembro del PS, demuestra que Hollande y el primer ministro Manuel Valls optaron por dejar de lado las críticas de los partidarios de una política más social, en momentos en que Francia tiene un alto índice de desempleo.
Valls anunció el martes por la noche en la televisión pública France 2 que sometería su gobierno a un voto de confianza en la Asamblea "en septiembre o en octubre". "Lograremos la mayoría", aseguró.
El jefe del ejecutivo afirmó que "hay una sola línea" y rechazó las acusaciones de Montebourg de llevar a cabo "una política de austeridad". Asimismo, destacó que el debate a nivel europeo sobre el ritmo de reducción del déficit no excluía los esfuerzos a nivel nacional.
"Francia, desde hace 40 años, vive por encima de sus medios con una deuda y un déficit demasiado elevados", añadió.
- Gobierno paritario -
En el nuevo gobierno, que tiene 16 ministros -ocho hombres y ocho mujeres-, se mantienen en sus cargos el ministro de Exteriores y número dos del gobierno, Laurent Fabius, el ministro de Defensa, Yves Le Drian, o la ministra de Justicia, Christiane Taubira.
Najat Vallaud-Belkacem, quien era ministra de la Juventud y de Deportes, se convierte en la nueva ministra de Educación, sustituyendo así a Benoît Hamon, otro representante del ala izquierda del PS que había apoyado las críticas de Montebourg.
Hollande había pedido a Valls la formación de un gobierno con una línea y unos comportamientos "claros", según el Elíseo. "Los comportamientos tienen que garantizar la coherencia, el respeto y la solidaridad", añadió.
El objetivo de Valls era anunciar un gobierno más homogéneo, sin Montebourg, sin Hamon y sin la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti.
Hollande y Valls se encuentran en mínimos en los sondeos (17% de aprobación para el presidente y 34% para el primer ministro, según el barométro Ipsos-Le Point del lunes) y la situación económica no mejora: el crecimiento se estancó en el primer semestre y el desempleo sigue subiendo, cerca del 11%.
Los editorialistas franceses hablaban este martes de una grave "crisis de régimen", tras el anuncio de una remodelación menos de cinco meses después del nombramiento de Valls a la cabeza del poder ejecutivo.
Sorprendiendo a todos, Valls y Hollande decidieron el lunes cortar por lo sano para poner fin al desacuerdo entre los partidarios de la línea oficial -recuperar la competitividad del país ayudando a las empresas y recortando el gasto público- y los partidarios de una política alternativa hostil a "la reducción a marchas forzadas de los déficit públicos", considerada contraproducente para el crecimiento y dañina para las clases populares.
- Falta de apoyos -
De todos los gobierno de la V República, instaurada en 1958, el gobierno Valls I ha sido de los más cortos: sólo le han superado en brevedad los formados entre elecciones presidenciales y legislativas.
La composición del nuevo gobierno corre el peligro de agravar la falta de apoyos del presidente socialista elegido en mayo de 2012.
Los socialistas y sus aliados radicales cuentan con 305 diputados, cuando la mayoría absoluta es de 289. Pero un grupo de diputados rebeldes que han multiplicado las críticas a la política económica y social del gobierno hace peligrar esta mayoría parlamentaria.
Elegido con el apoyo de los ecologistas y de parte de la extrema izquierda, Hollande ya no cuenta ni con estos últimos, prácticamente en oposición, ni con los Verdes, que abandonaron el gobierno al asumir Valls las riendas del ejecutivo.
Varios responsables políticos de todos los bandos hablaban el lunes abiertamente de una posible disolución de la Asamblea Nacional en respuesta a la crisis gubernamental, empezando por la presidenta del Frente Nacional extrema derecha), Marine Le Pen.