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¿Cómo vivimos el amor? ¿Dónde está el límite que separa lo cultural de lo intrínsecamente humano? La forma de vivir el amor no debería ser algo estandarizado en una cultura si no una identidad propia de cada uno
Al leer sobre los distintos modelos amorosos me he dado cuenta de que no dejan de ser ideológicos, defienden una ideología general que seguir y defender si estás de acuerdo. Pero en mi opinión, los principios y la identidad amorosa de cada uno es distinta y las ideologías están muy bien para abrirte los ojos a nuevas ideas en las que no habías pensado o ayudarte a explicar y defender tus ideas, si coinciden, con argumentos de personas que tienen mayor capacidad de expresión y comunicación, pero nunca para someterte a ellas y aceptarlas sin, al menos, cuestionarlas y estudiarlas bien.
Hace poco descubrí el Anarquismo Relacional y en un principio encajaba bien con lo que yo venía defendiendo pero al detenerme a estudiarlo, claramente diferencié su punto ideológico, y aunque algunos puntos del desarrollo de mi filosofía estén basados en él, no deja de ser una adaptación personal, y otros puntos añadidos y adaptados de otras ideologías. Muchas cosas me parecieron redundantes y algunos puntos aunque reflejaban grandes consejos, perfectamente podían servir para cualquier persona viviendo en cualquier tipo relacional.
Quiero aclarar por último que soy un chico heterosexual y esto es lo que yo pienso, así que lógicamente voy a usar el femenino (como novia y amiga). Aunque tenga aspecto de manifiesto solo es una invitación a la reflaxión. Y como he insinuado antes, lo que para mí es mi identidad, para otros será una simple ideología, espero que sirva a alguien como tal o al menos sea de agrado su lectura.
1. Si la amas, ¿Qué importa lo demás?
Seguro que todos los que han amado a alguien alguna vez han dicho: “lo único que quiero es que sea feliz”, y muchas veces esto es muy falso, ya que, aunque sin darse cuenta lo que realmente dicen o quieren decir es: “lo único que quiero es que sea feliz, pero conmigo”. Y es cierto que si amamos a una persona y nos importa su felicidad queremos estar con ella, ¿Pero y si ella decide que ya no quiere seguir a nuestro lado? ¿Y porque dejamos entonces de amar a las exnovias como lo hacíamos con las novias si realmente queríamos decir lo primero y no lo segundo? ¿No se supone que si ha sido su decisión, es porque cree que va a ser más feliz así? Y si es por su felicidad, ¿Por qué no te alegras en vez de enfadarte? Y sí, lo que digo es que el amor más puro es ese que provoca tu alegría viendo a la persona que amas siendo feliz sin ti. Aunque evidentemente no hace falta vivir una separación para saber si amas puramente o no, de todas formas te invito a imaginártelo. Un buen ejemplo de amor puro aquí sería el que sientes por tu gato, increíble pero cierto; tu gato pasa de ti como de la mierda, no se preocupa por nada ni nadie, va a su bola. Y a pesar de todo le quieres con locura, quieres que esté bien sin esperar a cambio absolutamente nada, ni siquiera amor. Y aunque este extremo sea en parte utópico aplicarlo a personas, no es motivo para no intentar amar lo más puramente posible, acercándonos a este ideal.
2. Las relaciones necesitan amor mutuo.
Debo admitir entonces también que si una persona no quiere estar contigo, por más feliz que te sientas porque la amas, no puedes considerar que estéis en una relación. Es cierto que todos con nuestra condición de seres humanos necesitamos amor y por desgracia no nos basta solo con amar. La frase que sacaría en claro entonces sería algo como: ama a todos (en sentido teórico, porque aunque teóricamente le deseas el bien a, por ejemplo, tu panadero, en la práctica pues no le amas. En el sentido práctico, el enunciado podría ser “no deberías dejar de amar a quien has amado” porque si nunca dejas de amar a alguien que has amado, entonces le has amado “de verdad”) pero relaciónate más profundamente con las personas con quienes exista un amor mutuo.
3. Tu identidad amorosa depende de ti.
Puedes amar a muchas personas a la vez, por supuesto tanto en el sentido de amistad, como de familia y en lo relacionado a relaciones sentimentales sería ilógico considerarlo distinto ya que el sentimiento no lo es tanto. Son estúpidos comentarios como “si crees que amas a más de una persona, es porque no sabes lo que es el amor” o “estos liberales de ahora solo quieren follar, se han perdido los valores que definían lo que de verdad es amor”, ya que al no existir una base científica teórica (algo objetivo) sobre la naturaleza humana del amor, la única fuente de información de la que disponemos es la empírica; el simple hecho de que existen tipos relacionales no monógamos, ya los valida como opción, y aunque en ocasiones no son exitosos, no es que los tipos relacionales monógamos gocen de un porcentaje de éxito del 100% precisamente. Decir que una persona poliamorosa o anarquista relacional no ama, es algo tan absurdo como decir lo mismo de un homosexual, no eres quien para decidir si hay, o no, presencia de amor en una relación ajena a ti. Solo uno mismo es dueño y señor de la decisión más subjetiva de la naturaleza humana que supone decir “la amo” o “no la amo”. Por eso está totalmente fuera de contexto que una persona que no sabe lo que sientes te diga que es imposible amar a más de una persona a la vez, del mismo modo que si dice que un homosexual no puede amar. La forma de vivir el amor es una identidad, no una ideología.
4. El infinito espectro del amor.
La definición de novio, -a en un sentido no matrimonial que la RAE da es: una persona que mantiene una relación amorosa con otra. Con esta definición tan amplia puedo considerar que en cualquiera de mis relaciones en las que siento amor (amoroso, -sa: que siente amor, según la RAE) hay un novio; tanto mis amigos como mis padres son mis novios.
Esta exagerada visión del sentido de esta palabra me puede servir para introducir torpemente lo que pretendía; romper con los conceptos, poco útiles en el desarrollo de esta filosofía, como “novia” y “amiga” y otros que podríamos llamar intermedios que cada vez son más y más estúpidos para entender relaciones desde una postura monógama, como “follamigos”, “amigos con derechos” y cosas así.
Cada relación es distinta de las demás y no se puede estandarizar bajo un nombre porque el espectro relacional es infinito y no tiene sentido tener infinitos nombres para los infinitos puntos del espectro.
Voy a contar una pequeña anécdota; cuando le hablaba mis amigos de una chica a la que amo muchísimo, siempre usaba el término “amiga” para referirme a nuestra relación aunque claramente no se trataba de una “amiga tradicional” y todos lo sabían por cómo les expresaba mi amor por ella (un amor del tipo romántico que muchos entenderían y entienden como un amor de pareja novio-novia) y una vez usé el término “novia” y un amigo me miró perplejo exclamando “¿¡Tienes novia!?”. Me pareció tremendamente curioso cómo simplemente cambiando la palabra amiga por novia, a ojos de mi amigo esa chica adquiría una gran importancia en mi vida. A pesar de todas las explicaciones de mi amor incondicional por ella, lo que le había dado importancia a esa chica era cómo llamar a nuestra relación. Lo que quiero decir es que ese día mi relación con ella no cambió absolutamente nada a efectos prácticos, pero al cambiarle el nombre, para mi amigo (que solo es un ejemplo de tantas personas a las que les podría haber pasado esto) nuestra relación se volvió totalmente distinta. Es triste que alguien se vuelva importante para mí solo por llamarla amiga, novia, bicicleta o farola y no por cuánto nos queremos.
Entonces, aunque para mí los conceptos tradicionales carezcan totalmente del significado que la sociedad les da, es cierto que es una solución útil usarlos si no tienes el tiempo para explicarle esto a tu amigo. Para concluir quiero que quede claro que defiendo que en absoluto estos conceptos significan cuánto quieres a tu compañera relacional, aunque indudable y tristemente sirvan para transmitirlo.
5. Autogestion de las relaciones
Esto es simple, cuando tu compañera relacional carece de nombre estandarizado caen con él todos los compromisos sociales estandarizados que le acompañaban. Ya no es tu novia con todo lo que eso significa. Esto da una libertad increíble para establecer los compromisos que se acuerden entre los miembros de la relación. Que en mi opinión deberían estar relacionados con el punto número 1.
6. El amor no es un sentimiento.
Al menos en la forma en la que estoy usando los conceptos para esta literatura, amar no es un sinónimo de estar enamorado. Estar enamorado es un sentimiento, es algo muy bonito que nos llena y nos hace felices, que ocupa nuestras mentes con pensamientos positivos. Pero al fin y al cabo esto es algo fisiológico y se reduce a rutas enzimáticas en el citosol de las neuronas e impulsos nerviosos que no se diferencian demasiado de los que se producen cuando tomamos drogas, comemos cosas que nos gustan, tenemos sexo, etc. El amor es en mi opinión algo más que esto, se trata de un concepto confuso, poco objetivo y difícilmente entendible que los grandes pensadores y los grandes sistemas filosóficos de todos los tiempos han intentado definir. Podría llamarlo un “algo espiritual” intrínseco en la persona, aunque cualquier escéptico que reniegue de lo espiritual y lo místico podría entenderlo igualmente con otras palabras, como una especie de vínculo afectivo que depende en gran medida de nuestra voluntad más que de lo que realmente sentimos. Comprender esto puede darnos motivos para seguir amando a alguien por el que hemos dejado de sentir ese enamoramiento. Quizás sea necesario en este caso que el grado de relación entre nosotros cambie por cualquiera de las voluntades, pero esto no tiene por qué cambiar el grado del amor que se siente por la otra persona. En este punto, entre otras cosas, intento desvincular el amor de cualquier otra cosa en la que se pueda reflejar: actos, palabras, enamoramiento, tiempo dedicado a la otra persona, etc. El amor es algo independiente de estas cosas que solo las usamos para reflejarlo y hacer entender al otro que, efectivamente, le amamos. Pero en ningún caso significan el amor o el grado de amor que sentimos por esa otra persona, solo el que le dejamos ver. Por eso no vería justo tomarlo como un absoluto, hay muchas personas a las que quiero muchísimo y por circunstancias de la vida les dedico más bien poco tiempo, palabras, actos amorosos… Y esto no significa que no les quiera, solo yo puedo juzgar este aspecto.
7. El miedo como la tumba del amor.
Aquí ya he querido entrar en un terreno más filosófico sobre algunas ideas sobre las que llevo un tiempo reflexionando y he considerado que no se desvían demasiado del tema principal como para introducirlas un poco. Lo que quería argumentar aquí es que básicamente el miedo nos impide amar puramente, y cuando se trata de amor todos tenemos miedo a sufrir, miedo a que nos hagan daño, miedo, miedo y miedo. Y una vez se intenta vivir bajo esta filosofía, todo ese miedo estandarizado deja de tener sentido. Tú, que nunca te has planteado que es el amor y lo vives de la misma forma que los demás plantéate esta cuestión: ¿Por qué llamas novia a esa chica a la que quieres tantísimo? ¿Qué ventajas te aporta llamarla novia? En sentido directo está muy claro, te aporta seguridad y tranquilidad, al tratarse de tu novia queda “fuera del mercado” y con este “contrato social” llamado noviazgo que ya viene con unas “normas sociales” integradas, cubres el miedo a que esa chica especial deje de quererte. Y espera que hay más, si parece que este contrato se está cumpliendo podéis finalmente casaros y el contrato se alarga para la eternidad, ya tienes esa “seguridad” para siempre. No digo que esto no tenga sentido, si sois felices haced lo que os dé la gana, solo digo que quizás una pareja sería más sana si no tuviese ese miedo a la pérdida del otro, con un poco de autoestima y seguridad en ti mismo puedes intentar hacer feliz a esa persona a la que tanto quieres sin necesidad de que se impongan sobre vosotros unas normas estandarizadas que tal vez os impidan quereros sin miedos. La monogamia como norma social es miedo a la pérdida, superemos esto.