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INEXORABLE
En el tuétano de la obra de Felipe Herrera está la poesía. El artista abreva, se nutre de lo que lee, principalmente Prévert, Cortázar, Montejo. Las imágenes literarias pasan por el tamiz de su sensibilidad y resurgen transformadas al lenguaje plástico a través de los elementos que han dominado desde hace muchos años sus dibujos primero y sus piezas tridimensionales después. Herrera se deleita explorando, como una criatura que vuelve una y otra vez a sus juguetes y los relaciona de manera diferente para contar nuevas historias. Si antes elaboraba ?aún lo hace cuando siente la necesidad- sus dibujos con plumilla y minuciosidad de filigrana, reflejando cada músculo y tendón, cada arteria y cada vena, como en una obsesivo deseo de indagar el cuerpo debajo de la piel, hace tiempo sintió la necesidad de expandirse, de abordar la tridimensionalidad, y mediante sus objetos, cajas, jaulas, sillas, mesas, escaleras, murales, crea un mundo de pocos y sobrios colores, en el que a través de elementos que se reiteran ?el corazón, el órgano propiamente dicho, no el que dibujan los enamorados, el reloj, la manzana entera (antes del pecado) o mordida, el ojo que observa y es visto, la mano que hace, sujeta o señala, el pie que anda o sube o pisa, el huevo que gesta la vida, la plomada que alerta de cualquier desviación, la rosa, colocados cual piezas en los nítidos cuadrados blancos y negros de un tablero de ajedrez ? reflexiona, como lo hace la literatura que lo alimenta, sobre los temas eternos del Hombre: la vida, la muerte, el amor, la belleza, el tiempo, el sueño, lo efímero y lo eterno. Herrera se recrea redescubriendo nuevas relaciones y significados, proponiendo aspectos de un universo mágico y surreal en el que el tiempo parece haberse detenido.
La obra de Felipe Herrera, uno de los artistas clave de aquel boom del dibujo en Venezuela en la década de los 80 del siglo pasado, refleja la peculiar forma de ver y sentir el mundo que tiene cada artista ?un privilegiado que cuando es artista de verdad como lo es él, jamás pierde ese sentido lúdico de lo que hace- y cuenta con el invaluable trasfondo de una vida rica en experiencias personales, profesionales y hasta políticas particularmente en Barquisimeto, su ciudad de adopción, de estudios y de enseñanza, viajes, afectos ?menciona con amor a María, su entrañable compañera por 25 años, siempre en su pensamiento aunque fallecida ya hace 4- el mucho arte visto y asimilado, el asombro y la admiración por artistas como Anselm Kiefer y Francis Bacon, las conversaciones con un maestro como Alirio Palacios... vivencias que han dejado una huella fecunda en el espíritu de este artista en plena madurez como es Felipe Herrera.
La muestra que se presentará a partir de este domingo 6 de marzo en la sede del Ateneo de Caracas (Colinas de Los Caobos) se titula "Inexorable" ?como calificaba Eugenio Montejo al tiempo- y está dedicada a la memoria del mismo Montejo ?su gran amigo por muchos años- de Alirio Palacios y también de Pedro León Zapata y Juan Carlos Palenzuela, cada uno en su ámbito creadores de su gran aprecio, todos fallecidos en los últimos años. Será una exposición antológica que reunirá 18 piezas elaboradas recientemente y algunas de coleccionistas, a través de las cuales el observador podrá apreciar la evolución ?los "saltos cualitativos" dice el artista- que ha tenido la obra de Herrera, obra que ya ha sido vista en bastantes oportunidades en el exterior, pero que tendrá un hito fundamental con la gran exhibición que prepara para principios del próximo año en Madrid, en los amplios espacios de la galería Odalys, en la capital española.
Mara Comerlati
Sobre el artista
Confesiones del silencio cobran forma en la obra de Felipe Herrera, Escultor y dibujante.Cinéfilo desde pequeño, Felipe Herrera se interesó por el arte y su territorio. Inicia estudios artísticos en la Escuela Cristóbal Rojas en 1962, con Rafael Ramón González, Alirio Rodríguez y Régulo Pérez, graduándose en la mención de arte puro en 1967.
A partir de ese momento ? con 16 años de edad- comenzó a construirse su personalidad artística explorando el mundo de la escultura totémica. Así, influenciado por Pedro Briceño, Victor Valera y otros grandes artistas venezolanos consiguió un temprano éxito. Fue invitado a participar en Salón del Ateneo de Caracas y en otros salones de prestigio a nivel nacional, una de estas primeras exposiciones llevó como nombre "La escultura y sus posibilidades".
Herrera crea una iconografía que con ciertas alteraciones lo acompañarán por toda su trayectoria artística: la figura humana y los caballos, que en la mayoría de los casos están representados mostrando sus venas, músculos y tendones, el tablero de ajedrez y algunas de sus piezas, cartas de diferentes tipos asociadas a las ciencias adivinatorias, algunos elementos arquitectónicos conformadores de sus paisajes interiores y la presencia de un ojo que asumiendo diversas posiciones en el cuadro dirige su mirada al observador, son algunos de sus motivos recurrentes.A mediados de los años 90, la obra volvió a abandonar el plano para proyectarse en lo físico, en lo tridimensional. Felipe Herrera había retomado el uso de esculturas en la búsqueda insaciable, de comunicar sus vivencias con símbolos y códigos. Una nueva ruptura opera en la obra de Herrera con la aparición de lo que él llamó Muros; a partir de aquí se exagera, el barroquismo de su trabajo y el carácter escenográfico de sus composiciones con ligeras variantes que tienden a aprovechar de una forma nueva las posibilidades del espacio bidimensional y el recurso tridimensional. Sus referentes son fotos, folletos, catálogos, cartillas de anatomía, etc., donde ya ha habido un tratamiento de la realidad y, volcada ésta en un plano bidimensional previo, es luego reelaborada por el artista.
La historia que se contaba en las nuevas obras pobladas de personajes, de elementos fragmentados y desgarrados que podrían ser seres humanos, pájaros, insectos, frutas, flores, objetos que pueblan la cotidianidad expresaba con vehemencia el carácter dramático que siempre ha tenido la obra de Felipe Herrera. Construcciones de un espacio ilusorio pre-elaborado, usando para ello los trucos de la perspectiva.
En la actualidad trabaja en la serie de Dibujos-Cajas en los que se empeña, con más ahínco, en la experimentación con diversos materiales, conformando una técnica mixta en la que destaca ciertos motivos serializados, así como la subdivisión y fragmentación del espacio. Una sorprendente construcción intrincada y plural que ya se ha alejado, de alguna manera, del espacio simplemente bidimensional y vuelve a sugerir, ahora, de manera más patente, el espacio tridimensional con sus ensamblajes y volúmenes escultóricos que se prolongan del dibujo, sus objetos y figuras geométricas, marcos muy elaborados que pueblan el interior de la obra, exploraciones con el espacio. Esta relación de dibujo-escultura, escultura-dibujo son los dos polos que han ocupado buena parte de su propuesta plástica; es, por lo demás, una prueba de su solidez conceptual.Juan Calzadilla, al tratar de acercarse al análisis que a mediados de los ochenta presenta el carácter de la obra de Felipe Herrera, señala una serie de características que lo acercarían a una cierta expresión "hispanoamericana" del surrealismo: "el método de la visión fantástica", "la elaboración de una naturaleza muerta metafísica", "el proceso como invención" y "el lugar de lo terrible" como factores característicos de la obra del artista hacen decir a Calzadilla que "como surrealista, Herrera es un flamenco latinoamericano de hoy". Más que un surrealista, Felipe Herrera es un humanista, "realismo simbólico" impregnado de lo fantástico y lo mágico.
Ateneo de Caracas ? Qta. La Colina. Av. la Salle / Caracas ? Venezuela
+ INFO_ http://herreraestudio.com/