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Amor y desamor, dos manifestaciones del necesario equilibrio ying yang que mal definidas o entendidas crean dolor y dependencia
Por bonita que pueda sonar la primera epístola de San Pablo a los Corintios, hay que reconocer que no es posible para una persona normal sentir un tipo de amor que sea paciente, servicial. sin envidia, alardes ni vanidad. Cuando las hormonas que circulan calentitas por nuestras venas a 37°C dicen que nos hemos enamorado, sale el animal que llevamos todos dentro y nos olvidamos de estas definiciones divinas pues carecemos de perspectiva, queremos recibir muestras de afecto y queremos recibirlas ya, nos empavonamos a ver si somos escogidas por el objeto de nuestra atención y envidiamos a la que si sea correspondida si es que no lo somos nosotras.
Si recordamos otros mandatos bíblicos conexos, entramos en un terreno más delicado porque la divina escritura judeo-cristiana cuando dice que el amor no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad o que el amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, no está haciendo otra cosa que ir preparando su terreno fértil para la perpetua misoginia caracteristica de varias obras sagradas, reveladas todas a santos varones polígamos, por cierto...
¿Es qué no existe el amor?. No, ni mucho menos. Planteo que lo que ocurre es que no es una constante universal. Es una función variable con máximos, mínimos, puntos de inflexión y valores nulos. Mientras más pronto lo aceptemos más pronto vamos en la vía de construir relaciones sanas, edificantes y remuneradoras.
José Martí, en la Edad de Oro, de finales del siglo XIX escribía que las niñas deben saber, porque da mucha tristeza que los hombres tengan que salir a la calle porque con sus mujeres no puede hablarse de otra cosa que de trapos. Hoy en día, las mujeres tenemos acceso igualitario a la educación y de hecho nuestro promedio de años de escolaridad en muchos países es más alto que el de los varones, pero seguimos en la incesante lucha de espacio por la atención de nuestros esposos, amantes, novios o amigos con derecho cuando podríamos estar redefiniendo nuestra vida y sin descuidar nuestras responsabilidades, sí disfrutar de un tiempo para nuestras amigas o para nosotras mismas.
Nos llaman blasfemas a las que creemos en el matrimonio como institución para garantizar el respeto y protección de ambos por igual, pero no creemos que deba durar más allá de lo que dure la camaradería y el buen entendimiento. Crecidas en ambientes igualitarios, serán ahora nuestros amigos los que le digan a sus parejas que les pometen sacarlas más, como si fueran perritos a los que se lleva a satisfacer necesidades, si no están reuniéndose con chicas como nosotras a las que nos faltan un par de tuercas en el cerebro por conceptuar que hay otras cosas más importantes para el fin de semana que obligar a un hombre a no estar donde le da la gana de estar, sin sentirse infeliz por no ser la primera elección.
Las que prefiramos liberar a las verdades cuando ya no seamos ni tan jóvenes ni tan libres por las huellas de responsabilidades familiares conexas seremos censuradas por nuestra propia familia que dirá en resumen que como se le ocurre a una dejar a tal o cual fulano si a nuestra edad con n dependientes no se nos va a acercar ni Dios. ¿Debe el resto de tu vida depender de que alguién quiera caminar contigo?. ¿Qué pensará Eric Fromm de este miedo a la libertad?. ¿Hay algo mal en temerle más a la mentira que a la soledad?. No, no creo que lo haya. Quienes hemos llegado a este estadío de preferir terminar que seguir con una mala relación hemos entendido que amor y desamor son dos manifestaciones del necesario equilibrio ying yang que mal definidas o canalizadas crean dolor y dependencia.
El amor trae consigo esperanzas, a las que todos tenemos derecho, pero si estas esperanzas no se basan en supuestos reales, lo único que producirán es frustración
El amor trae consigo esperanzas, a las que todos tenemos derecho, pero si estas esperanzas no se basan en supuestos reales, lo único que producirán será frustración y, el que te hayas esperanzado falsamente no te convierte ni a ti ni al objeto de tu pasión en una mala persona, solo los convierte a ambos en personas incompatibles para seguir timonando juntos el mismo barco de la vida.
No faltará el amargado que te diga que mejor no lo intentes más o que no te tomes tan a la ligera algo tan trascendental. Júralo: van a querer hacerte entender que si no escoges a la pareja eterna estás creando un agujero negro que succionará tu alegría perpetuamente. Aclárate, eso, sí tú lo dejas. La mayoría de la gente, más si compartió cama contigo, no querrá hacerte daño, alguna sí por estar mal de sus facultades mentales, pero si tú no lo estás sabrás diferenciar cada caso y darte cuenta que simplemente equivocaste la ruta, pero que siempre es mejor salir y perderse que quedarse encerrado.
En estos momentos estoy trabajando mi recuperación de una separación traumática. Las anteriores puedo definirlas como realmente bellas porque terminaron con una relación de pareja que no funcionaba, pero no con la amistad previa que la fué generando. Mi familia creció en estos 30 años más por los vínculos con esos familiares de los ex que por la producción biológica producto de los correspondientes enlaces (solo tengo una hija). ¿Qué salió mal esta vez? Evalúo que el desconocimiento de donde termina el amor y comienza la adicción. Sí, por inteligente que yo sea, caí como la más humilde en el nefasto círculo de la codependencia alcohólica. No pude ver como en los otros casos los símbolos inequívocos de que la relación debía terminar porque fuí haciéndome a la idea de que si de verdad me amaba terminaría con ese hábito, que si de verdad lo amaba yo le devolvería esa confianza de la que carecía para enfrentar la realidad y no tener que esquivarla. La epistola de San Pablo fué un lazo atado a mi cuello por casi ocho años del que en hora buena fui liberada en un minuto por una frase de mi expareja reciente que para mí lo ubicó todo en su real dimensión: tomo y quiero seguir haciéndolo.
No pretendo que nadie crea que no me dolió la vanidad. Fué la primera vez que tuve frente al fantasma del desamor. Tan maravillosa que soy y se me pone por condición aceptar esta adicción que ya lo tiene incluso disociando de la realidad. ¿Es posible que nunca me haya amado?. Esta parte duele. Las veces anteriores hubo rupturas sabiendo que hubo amor y eran otras cosas (incluida alguna vez la homosexualidad del ex) las que no permitían seguir creciendo la relación y nos dirigían hacia la separación y nuevos comienzos en los que nosotros y los nuestros podrían confiar siempre en la solidaridad en caso de ser requerida.
Solo agradezco, no a San Pablo, por cierto, que ese yugo desigual se ha disuelto y no me ha dañado a tal punto de negarme a seguir en la búsqueda de mi hombre apropiado. Confío en que mientras lo encuentre, la pasaré bien con el no indicado de turno, que por cierto debe saber que de cuatro fines de semana que tiene el mes, uno es para mi familia, el otro para mis amistades, uno tercero para él y el último para mí misma. Si puede vivir con ello como dice mi cantautor favorito José Alberto Mugrabi, "si descubre en mi boca la palabra rota que no pronuncié, si aprende de mí algo bueno, quien sabe hasta el cielo le pongo a sus pies".