Por años hemos oído y leído que el fin último del comunismo era instaurar la “dictadura del proletariado”, es decir, un sistema de gobierno donde los trabajadores al tener el control del gobierno gozarían de todas las garantías económicas y sociales que se derivaran de su esfuerzo productivo sin sufrir ninguna forma de explotación por patrono alguno. Y me gustaría preguntarle a quienes se declaran comunistas en la Venezuela de hoy, si las penurias que sufren los trabajadores petroleros, los de las empresas de Guayana, los de Corpoelec, y la casi totalidad de empleados públicos, excepción hecha, claro está, de los privilegiados altos burócratas con ingresos de magnates; son compatibles con una ideología que dice buscar el mayor beneficio para ellos?

¿Beneficia al proletariado que la contratación colectiva sea irrespetad, pisoteada, burlada, y que desde el gobierno que dice representar los intereses de los más débiles, se pretenda eliminarla y junto con ella el derecho a la sindicalización, a la huelga por el reclamo de las reivindicaciones laborales incumplidas, y que se acose policial y judicialmente a los dirigentes laborales? ¿El hecho que se pretenda que todos los trabajadores sólo tengan derecho al salario mínimo y al mismo tiempo se decrete su muerte si sufren la desgracia de enfermarse gravemente, tal cómo quedaría establecido si se eliminan los seguros de hospitalización, cirugía y maternidad y son obligados a tener que acudir a hospitales públicos colapsados, beneficia de algún modo al trabajador y su familia?

¿Beneficia al proletariado que la contratación colectiva sea irrespetada, pisoteada y burlada?

¿Apoyar incondicional y ciegamente, sin espíritu crítico a un gobierno autoritario, que abusa del poder con extremismo, que apaña la corrupción, la incompetencia y la ineptitud de los altos y medios funcionarios, eso es ser comunista?

Jorge Ramírez Fernández

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