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Estados Unidos señaló el sábado que está "profundamente decepcionado" y preocupado por la decisión del presidente ruandés, Paul Kagame, de buscar su reelección para obtener un tercer periodo consecutivo.
"Con esta decisión, el presidente Kagame desperdicia una oportunidad histórica para reforzar y consolidar las instituciones democráticas que durante más de 20 años el pueblo de Ruanda ha trabajado duramente por establecer", indicó el portavoz del Departamento de Estado John Kirby en un comunicado.
Kagame, que ha estado en el poder desde 1994, anunció el 1 de enero que se postulará para un tercer mandato en 2017, tras la celebración de un referéndum a mediados de diciembre que lo habilitó a presentarse a los comicios.
"Ustedes me han pedido que dirija de nuevo este país después de 2017. Dada la importancia que le otorgan, solo puedo aceptar", declaró en un discurso difundido en la televisión nacional.
En el referéndum, los ruandeses aprobaron -con el 98, 4% de votos a favor- una revisión de la Constitución que permitirá a Kagame, de 58 años, optar a un nuevo mandato en las elecciones de 2017 y seguir dirigiendo potencialmente el país hasta 2034.
Esta revisión constitucional había sido duramente criticada por los socios internacionales de Ruanda, y en particular por Estados Unidos, que le pidió que dejara el poder en 2017.
Elegido en 2003 y reelegido en 2010, en ambas ocasiones con más del 90% de los votos, Kagame había indicado que su decisión de volverse a presentar dependería del resultado del referéndum.
Kagame es el hombre fuerte de su país desde julio de 1994, cuando el Frente Patriótico Ruandés (FPR), que lideraba tomó Kigali y puso fin al genocidio que dejó 800.000 muertos, en su mayoría miembros de la minoría tutsi.
El genocidio se había desatado tras la muerte en abril de ese año del entonces presidente, Juvenal Habyarimana, al ser abatido su avión. Tras la muerte de Habyarimana, las milicias de la etnia hutu, a la que pertenecía, y las Fuerzas Armadas Ruandesas mataron sistemáticamente a miles de tutsis, a quienes se tachaba de "Inyenzi" ("cucarachas", en idioma kinyarwanda), así como a los que se negaban a participar en las matanzas.
Varios dirigentes africanos han eliminado -o tratado de eliminar- recientemente los límites constitucionales del número de mandatos, a veces desatando movimientos de protesta, como en Burundi, un país inmerso desde hace ocho meses en una violenta crisis política.