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Cuando las letras de las canciones se hacen a desgana y dan auténtico pavor escucharlas lo mejor es que hagamos caso omiso
El otro día iba en el coche con mis amigas, en el asiento de copiloto (mi favorito), cuando pusieron en la radio una canción bastante curiosa. No la conocía y ni siquiera recuerdo ya el nombre del cantante, un novato de segunda fila; pero de lo que sí me acuerdo es de que era cutre con ganas. Es decir, no sé, ¿tan difícil es hacer una canción más o menos decente y con una letra que no dé vergüenza ajena? Porque lo peor de la letra en sí no era el tema, sino las palabras elegidas para contarlo. Versaba sobre un matrimonio joven que se había casado a los veintipocos y al poco tiempo ya vivían atormentados; algo así como lo de Ian Curtis y Deborah Woodruffe.
Y digo yo, ¿a ese par de pelmazos les costaba mucho pedir el divorcio? Si es que no lo entiendo. No sé, será que siempre he sido una persona bastante racional, pero a mí esos melodramas románticos de pasiones absurdas y acciones innecesarias, como la de suicidarse juntos de Romeo y Julieta, no me entran en la cabeza y me ponen muy nerviosa. Ya sé que el concepto de divorcio gratis es inconcebible, pero bueno, hoy en día se pueden encontrar abogados especializados en ese asunto incluso debajo de las piedras. Vamos, es que hasta se pueden contratar por internet.
También es cierto que divorciarse sin más es otra muestra infantil de impulsividad. Si se supone que quieres a una persona, antes de tomar una decisión precipitada querrás pensártelo; y quizá recurrir primero a una separación provisional. Pero bueno, los que lo tienen muy claro tienen la opción contraria a la separación, que es la del divorcio express. Realmente no hace falta que le des muchas vueltas a algo que tienes muy claro: si eres infeliz junto a alguien, no hay que alargarlo.