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El inédito diálogo iniciado en 2010 entre la Iglesia Católica en Cuba y el gobierno "continúa" y sus resultados deben refrendarse en un acuerdo con la Santa Sede para que perdure en el tiempo, afirmó el cardenal Jaime Ortega en una entrevista difundida este miércoles.
"Se sigue dialogando, no hay una ruptura de diálogo", dijo Ortega en una larga entrevista con la revista Palabra Nueva, en referencia a las pláticas que comenzaron en mayo de 2010 con el presidente Raúl Castro.
Por primera vez en medio siglo, las autoridades cubanas aceptaron un interlocutor interno para hablar sobre la realidad política, social y religiosa de la isla.
Como resultado de esos encuentros fueron excarcelados 130 presos políticos, el gobierno comunista devolvió varios templos nacionalizados a la Iglesia en la década de los año 60, le otorgó mas espacio para su labor pastoral y se derogó la prohibición de entrada al país de algunos religiosos.
"Esperamos que pueda producirse un acuerdo a nivel de la Santa Sede con el Estado cubano sobre la Iglesia en Cuba, en el que se recoja todo lo alcanzado, se precise que eso se mantendrá para siempre y quede, además, un marco abierto para seguir adelante. Pero, sin dudas, se ha establecido un proceso de gran fluidez que debe continuar", añadió el prelado.
Monseñor Ortega valoró muy positivamente el deshielo entre Cuba y Estados Unidos, una petición histórica de los Obispos, y criticó la interpretación individualista con que la recibieron algunos cubanos midiendo los beneficios inmediatos para "la mesa y el bolsillo".
"La gente tiende a enfocarse en su propio problema, está quien se alegra pensando que muy pronto habrá una mejoría mientras que otros se quedan escépticos porque creen que no habrá una mejoría para ellos", dijo.
Añadió que "el pensamiento debe ser: nosotros, en esta nueva realidad, vamos a tratar de que todos puedan mejorar su situación".
Señaló que el acercamiento y la eliminación de restricciones "será muy beneficioso" para la Iglesia, que ha visto limitada la ayuda desde el exterior, y específicamente desde Estados Unidos, lo que ha limitado su labor social.
Interrogado sobre su retiro como obispo, solicitado al Papa hace tres años, el cardenal de 78 años de edad dijo que espera sea este año, aunque el Papa Francisco le ha dicho que "hay que esperar otro momento un poquito más propicio y después, ya veremos".
Sobre su sustituto en la Arquidiócesis de La Habana, señaló que es una decisión papal, pero opina que el nuevo arzobispo debe salir de entre los actuales obispos.