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Gracias a una agencia de traducción pude comprobar cuál sería mi destino... ya veis, nunca se sabe dónde acabaremos
Soy una persona ambiciosa. Tanto es así que hasta que no encuentro esa carrera, trabajo, máster o lo que sea que me llene de verdad, no estoy satisfecho. Hice la carrera de filología hispánica: me gusta la lingüística y también me gusta leer; pero no podía evitar pensar que esa carrera y yo no habíamos congeniado del todo, que me faltaba algo. Ese algo se me reveló cuando, un día, buscando información sobre el mundo de la traducción (porque tengo un amigo que tiene otro amigo que lo es y me estuvo contando cosas interesantes del oficio), di con una agencia de traducción como de casualidad. Digo lo de “como de casualidad” porque en realidad iba a pinchar en el enlace de arriba, pero se me fue la mano.
¿Creen en el destino? Yo sí, y estoy convencido de que tenía que entrar ahí fuera como fuera, así que el universo conspiró para que lo hiciera. Se trataba (bueno, se trata) de una empresa de traducción profesional que realiza todo tipo de encargos. A mí me gusta esa idea: la idea de un grupo de gente trabajando a un mismo eco, en un mismo latido, con el mismo interés: conseguir que la empresa prospere. Algo se me activó entonces; ese algo que quise encontrar en Filología hispánica pero que nunca encontré: la pasión y la ilusión infantil. Pronto, busqué másteres apropiados en todo tipo de traducción, desde audiovisual hasta literaria, y me dije “¿por qué no?” Se me da bien el inglés, aunque llevo un tiempo sin hablarlo en serio. Pues bien: me tomaré un par de añitos de práctica intensiva y a por ello, se ha dicho.
Da gusto que tu destino se te revele así, de forma inesperada. Esa agencia me comunicó qué era lo que me gustaría hacer con mi vida. La verdad, me encantaría acabar trabajando en un sitio así.