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Las temperaturas presentes en el permafrost en la isla de Ellesmere, en el alto Ártico canadiense, son casi tan bajas como las de la superficie de Marte. Así que el reciente descubrimiento realizado por un equipo de la Universidad McGill de una bacteria que es capaz de prosperar a -15ºC, la temperatura más baja en la que se ha observado un crecimiento bacteriano, es excitante.
Esta bacteria ofrece pistas sobre algunas de las condiciones previas necesarias para la vida microbiana tanto en la luna de Saturno, Encelado, como en Marte, donde se cree que existen condiciones salobres bajo cero similares. El equipo de investigadores, dirigido por el profesor Lyle Whyte y la becaria postdoctoral Nadia Mykytczuk, del Departamento de Ciencias de Recursos Naturales de la Universidad McGill, descubrió a la Planococcus halocryophilus OR1 tras un examen de 200 diferentes microbios del Ártico con el que buscaban el microorganismo mejor adaptado a las duras condiciones del permafrost ártico.
‘Creemos que esta bacteria vive en las venas muy finas de agua muy salada que se encuentra dentro del permafrost congelado en la isla de Ellesmere, ’ explica Whyte. La sal presente en este permafrost impide que el agua se congele incluso a temperaturas de -16ºC, creando un entorno habitable pero extremo. "No es el lugar más fácil para sobrevivir, pero este organismo es capaz de permanecer activo (es decir, la respiración) a menos -25ºC en el permafrost’.
Para comprender que permite a esta bacteria sobrevivir a estas condiciones Mykytczuk, Whyte y sus colegas estudiaron la secuencia genómica y otras características moleculares de P. halocryophilus OR1. Los investigadores encontraron que la bacteria se adapta a las condiciones de frío extremo y salado en los que se encuentra gracias a modificaciones significativas en su estructura y función de las células y el aumento de cantidades de proteínas adaptadas al frío, incluyendo cambios en las membranas que envuelven la bacteria y la protegen del entorno hostil en el que vive.
La secuencia del genoma también reveló que este microbio del permafrost es inusual a otras formas de vida. Al parecer, mantienen altos niveles de compuestos dentro de la célula bacteriana que actúan como una especie de anticongelante molecular, impidiendo que se congele, mientras que al mismo tiempo la protección de la célula desde el entorno exterior muy salado. Sin embargo, los investigadores creen que tales los microbios pueden jugar un papel nefasto en ambientes extremadamente fríos como el Alto Ártico al aumentar las emisiones de dióxido de carbono procedentes de la fusión del permafrost, uno de los resultados del calentamiento global.
Whyte está encantado con el descubrimiento y dice con una sonrisa: ‘Estoy orgulloso de este bicho. Viene del Alto Ártico Canadiense y es nuestro campeón de bajas temperaturas, pero lo que podemos aprender de este microbio puede decirnos mucho acerca de cómo puede existir vida microbiana similar en otro lugar del sistema solar.’
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