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Los independentistas catalanes y José María Aznar coinciden en que su relación fue muy hostil: los primeros aseguran que Aznar los inclinó hacia el independentismo en un proceso paulatino porque no les hacía concesiones, y el exprimer ministro se vanagloria de haber rechazado sus principales demandas durante sus dos mandatos, entre 1996 y 2004.
En un mitin del PP esta semana en Valencia Aznar quiso demostrar que es más duro que Vox, al que retó diciéndole que "A mí, mirándome a la cara, nadie me habla de una 'derechita cobarde".
Por eso "Hago una llamada desde mi autoridad moral, mi historia, para que se me reconozca, desde mis años y mi experiencia como presidente, y apelo a la responsabilidad del votante de centro derecha para que vote al PP y nada más que al PP".
Pero la historia recuerda que los nacionalistas, dirigidos por Jordi Pujol, estaban satisfechos con las concesiones que les hacía tras el "Pacto del Majestic", del 28 de abril de 1996, con las que logró el apoyo catalanista para llegar a La Moncloa.
Una de sus decisiones fue obedecer la exigencia de Pujol de destituir al presidente del PP catalán, Aleix Vidal-Quadras, entonces el mayor muro de contención del nacionalismo.
Las cesiones siguientes envalentonaron al nacionalismo: entregó la educación, apoyó inmersión lingüística por inacción, transfirió tráfico a los Mossos, parte de la justicia, la sanidad, la cultura, buena parte de la recaudación del IVA y el IRPF...
Aunque después Zapatero fue peor, Aznar sólo fue valiente cuando salió caminando impávido de un atentado de ETA; con Jordi Pujol abrió el camino en el que estamos ahora.
En Cataluña hay exmilitantes del PP que recuerdan: "Aznar fue un gran presidente para los intereses del nacionalismo catalán".
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