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El presidente Barack Obama se enfrenta a un creciente escepticismo en Washington por su plan de combatir al grupo Estado Islámico (EI) en Irak y Siria sin enviar tropas estadounidenses sobre el terreno, con críticas que califican su estrategia como irreal y tibia.
La promesa de Obama de no desplegar tropas enfureció a los republicanos en el Congreso, que argumentaron que las operaciones desde el aire no podrían por si solas reducir a los extremistas del EI, dada la ausencia de una fuerza rebelde moderada y viable en Siria y el pobre historial del Ejército iraquí.
Ese punto de vista fue reforzado por opiniones de excomandantes militares que cuestionaron la idea de descartar abiertamente el envío de tropas, diciendo que podría dar indicios de debilidad a adversarios y aliados.
El general retirado de la Marina James Mattis expresó ante el Senado el jueves que no se debería "decir al adversario por adelantado lo que no vas a hacer".
La administración Obama ha enviado mensajes contradictorios sobre cómo logrará su meta de "destruir" a la organización yihadista, y altos responsables del gobierno mostraron en el pasado su desacuerdo sobre la idoneidad de intervenir en Siria.
Cuando trataron de defender la estrategia de guerra ante el Congreso los secretarios de Estado, John Kerry, y de Defensa, Chuck Hagel, enfrentaron a unos legisladores que desestimaban el plan de Obama por tímido mientras que otros, más liberales, alertaban sobre la posibilidad de caer nuevamente en una guerra desastrosa e imposible de ganar.
El senador John McCain dijo que Obama había debilitado sus posibilidades al descartar la opción de usar tropas sobre el terreno.
"Creo que al continuar repitiendo esto, que EEUU no pondrá tropas en el terreno, el presidente se engaña a sí mismo".
El senador, que durante mucho tiempo ha argumentado a favor de la intervención en Siria, dijo que el plan de la Casa Blanca es desatinado pues no ofrece un incentivo a las fuerzas rebeldes locales, cuyo máximo enemigo es el régimen del presidente Bashar al Asad, no el grupo EI.
"No puede pedirle a la gente que vaya, luche y muera a menos que les prometa que combatirá a sus enemigos", dijo McCain.
Las preocupaciones sobre la estrategia de la administración Obama se extienden a algunos tradicionales aliados estadounidenses, particularmente los gobiernos árabes que participan en la recién formada coalición contra la organzación yihadista, estiman analistas.
Estas naciones se preguntan si una fuerza rebelde moderada puede ser efectiva en Siria, dudan si un ejército iraquí capitaneado por chiitas puede cambiar sus modos sectarios y "se preguntan por el poder de Estados Unidos", escribió Aaron David Miller en la publicación Foreign Policy.
- Tensiones subyacentes -
La accion exterior no puede resolver las tensiones subyacentes originadas en las profundas divisiones políticas y religiosas que alimentan la amenaza terrorista, dijo Miller.
La coalición internacional no puede destruir a la organización del EI; "solo sirios e iraquíes pueden hacerlo", dijo.
Anthony Cordesman, del Center for Strategic and International Studies, que asesoró al Pentágono, admitió que la estrategia representaba una apuesta atrevida, pero dijo que no hay opciones libres de riesgo dado que hay muchos factores, como el sectarismo de los diversos grupos, que están fuera del control de Estados Unidos.
El debate político en Washington ha sido simplificado y no refleja la tensa situación, dijo.
"Todos querríamos ser capaces de hacer esto cuidadosamente, con el uso de la fuerza necesaria", dijo a la AFP. "Pero no hay forma de hacerlo en la práctica".
Si se enviaran tropas de combate a Irak, estas "serían una fuerza impopular", dijo.
El comentarista de izquierdas Robert Kuttner, de la revista The American Prospect, expresó su entusiasmo por la guerra aérea y calificó la campaña militar de Obama "lejana de su ideal político", pero dijo que "es difícil que consiga una mejor".