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Concesiones a medios evangelivos

23/05/2019 15:05 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Análisis de las concesiones a medios evangélicos y sus repercusiones

¿Y dónde queda el Estado Laico?

Patricia Barba Ávila

Los gobiernos civiles no deben tener religión, porque siendo su deber proteger la libertad que los gobernados tienen de practicar la religión que gusten adoptar, no llenarían fielmente ese deber si fueran sectarios de alguna. Benito Juárez García.

A raíz de un reciente debate en una conocida estación radiofónica, tras la solicitud que un grupo de asociaciones evangélicas hizo al Presidente López Obrador para el usufructo del espectro radioeléctrico con fines de promoción religiosa, es que se requiere una profunda reflexión sobre este delicado tema.

Es necesario mencionar que la pretensión de las iglesias evangélicas, específicamente, de recibir autorización para el uso de medios de comunicación se derivó de la profunda preocupación presidencial por el escandaloso incremento de los índices de drogadicción principalmente entre los jóvenes.

Aquí cabe señalar la forma como la religión se ha arrogado el control de la moral y la buena conducta, lo cual es discriminatorio y alejado de una realidad sustentada por la evidencia científica. Asimismo, se ha fomentado la convicción de que los ateos (ausencia de [creencia en] algún dios) carecemos de moral y de espiritualidad y, por ende, somos incapaces de experimentar bondad, solidaridad y otras conductas positivas.

Evidentemente, esto es una gran falacia no sólo porque la moralidad no se deriva de ningún espejismo o creencia sobrenatural en X o Y deidad, sino porque emociones como el amor, el heroísmo, el egoísmo, la empatía, la violencia, etc., son experimentadas tanto por creyentes como por no creyentes pues provienen, de acuerdo con hallazgos de la Biología Evolutiva, de una interacción bioquímica en el cerebro como respuesta a estímulos exógenos o endógenos. ¿De qué otra forma se explicaría, por ejemplo, que un estupefaciente sea capaz de alterar la conducta humana? ¿O que el ayuno y/o la vigilia prolongados generen una alteración en la química cerebral que dé como resultado alucinaciones, como ha sido el caso de monjes y monjas que claman haber visto o hablado con alguna de las muchas vírgenes existentes en el universo cristiano, o al mismo Jesucristo?

Pero, más allá de los argumentos que la ciencia y la historia nos ofrecen, habría que analizar razones de índole sociopolítica. Es decir, si el ejercicio gubernamental se va a fundamentar en alguna de las varias religiones existentes, cada una con sus distintas deidades, profetas y concepciones, cuál de ellas debería elegir un presidente, primer ministro o parlamento cuyas actividades deben responder a toda una ciudadanía integrada por individuos de distintas creencias o de aquéllos que no profesamos ninguna?

Por otra parte, creo que es obligado irse a la historia de la religión y sus consecuencias en la convivencia social. Como sabemos, en el universo religioso han existido, por una parte, credos politeístas en los que los fenómenos de la naturaleza eran identificados con diversas deidades; por la otra, credos monoteístas entre los que destacan las tres grandes religiones: el cristianismo, el judaísmo y el islam, con muchas similitudes entre ellas debido a que se derivan básicamente de las concepciones del patriarca Abraham. Esto queda de manifiesto en el Antiguo Testamento de la biblia católica, la Torá o Pentateuco de los judíos y el Corán de los musulmanes.

Sin embargo, el monoteísmo no es la única característica de estas tres religiones. Un recorrido por el Antiguo Testamento, por ejemplo, nos mostrará conductas indeseables como misoginia, codicia, discriminación racial y social, crueldad hacia otras especies animales, entre otras. Y todo esto inspirado justamente por su deidad: Yahvé (o Jehová). Más aún, estos lamentables aspectos de la tradición abrahámica no son los únicos motivos que tendrían que orillar a cualquier sociedad a reflexionar sobre la promoción masiva y sin contrapesos de estas creencias.

Si consideramos que la educación es uno de los derechos humanos básicos para el desarrollo armónico individual y colectivo, tendríamos que tomar en cuenta la guerra sin cuartel que las altas jerarquías religiosas han desatado a lo largo de la historia, contra la investigación científica. Igualmente, sería obligado analizar con profundidad el efecto que los preceptos contenidos en el Antiguo Testamento, por ejemplo, tendrían en la formación integral de individuos cuyas conductas impactarán la sociedad a la que pertenecen. Aquí habría que tomar en cuenta que los textos religiosos, si bien es cierto que promueven valores como el amor al prójimo y la compasión, también difunden una serie de afirmaciones fantasiosas con poco o nulo sustento en la realidad y que exhiben claras contradicciones con disciplinas como la Biología, la Física, entre otras ciencias. Adicionalmente, contienen sentencias que resultan amenazantes de la estabilidad sicológica del individuo. Esto último queda de manifiesto, entre otros muchos ejemplos, en la amenaza del “fuego eterno” para aquellos que no se apeguen a los designios, órdenes, mandamientos o reglas establecidas por los patriarcas –nunca matriarcas- que los promueven “en nombre de dios”. Es decir, tal como lo expresa Richard Dawkins, prestigiado biólogo evolucionista, humanista y autor de libros tan connotados como The God Delusion (El espejismo de dios), el infundir terror a un niño con la amenaza de quemarse por toda la eternidad en el fuego del infierno si desobedece a dios, debería ser considerado como abuso infantil y, por lo tanto, sancionado. Por otra parte, ¿no sería mucho mejor observar un buen comportamiento por convicción propia y no por temor a ser condenados al tormento eterno? ¿Acaso no genera mucho más conciencia y progreso social, el que nuestra buena conducta se derive del fomento de la solidaridad y el respeto propio y hacia los demás, en lugar de obedecer al miedo de ser castigado por una deidad que, dicho sea de paso, debió haberlo pensado mejor antes de crear seres capaces de mentir, robar, asesinar y causar daño a los demás?

Es igualmente preocupante y anti-académico que se fomente la creencia a priori de cualquier aseveración o precepto, sin que medie ningún intento de comprobación de lo que se afirma verbalmente o por escrito. Más aún, resulta cuestionable que se imponga a hijos y otros dependientes, una serie de creencias o dogmas eminentemente subjetivos y contrapuestos a una educación basada en la investigación científica. La historia da cuenta no sólo de las innumerables injusticias en contra de las mujeres incapaces de dar a luz a varones en una época en que la ciencia no había demostrado todavía que es el hombre el que define el sexo de su progenie, sino de la infame discriminación racial surgida de la ignorancia del hecho plenamente demostrado de que todos los seres humanos provenimos de los mismos ancestros. También muestra la sistemática oposición de las autoridades religiosas a la investigación y el avance científicos. Sólo baste recordar la exacerbada crueldad con la que el Vaticano torturó y asesinó al inolvidable Giordano Bruno, el revolucionario clérigo, teólogo, astrónomo y filósofo italiano que con su visión sobre el Cosmos diametralmente opuesta a la de la iglesia, provocó la ira de Clemente VIII quien lo condenó a la hoguera después de someterlo a torturas atroces. Otro caso relevante fue el del célebre físico, matemático y astrónomo Galileo Galilei, quien fue obligado a retractarse, so pena de muerte, de su afirmación de que tanto la tierra como otros planetas giraban alrededor del sol, lo cual contravenía lo aseverado por la alta jerarquía vaticana. Ni qué decir sobre lo que ocurre en los países árabes donde la brutalidad con la que se discrimina y castiga a las mujeres por “pecados” como el de exhibir un centímetro de su cuerpo, es verdaderamente execrable; o los cientos de seres humanos manipulados para hacerse explotar en lugares públicos para causar la muerte de los “enemigos de Alá”.

Por supuesto que existe la otra cara del cristianismo: la corriente conocida como Teología de la Liberación, cuyos promotores han aplicado los valores más preciados del comportamiento humano a su actividad social y lejos de lucrar a costa de feligreses manipulados y amenazados con las eternas torturas del infierno, han fomentado la solidaridad, el respeto y el amor al prójimo. En México tenemos los luminosos ejemplos de los obispos Samuel Ruíz y Raúl Vera, así como del padre Alejandro Solalinde quien, dicho sea de paso, ha levantado su voz a favor de las víctimas de fabricación de culpables. Pero no sólo hemos atestiguado la acción transformadora de los clérigos teólogos de la Liberación. También han existido y existen aquéllos líderes que han llevado a la práctica su convicción de que sin igualdad ni justicia social, no puede haber cristianismo auténtico. En América Latina sobresale el caso del Comandante Hugo Chávez, practicante de la fe cristiana, cuya acción extraordinaria fue capaz de transformar con su Revolución Bolivariana, la realidad venezolana para beneficio de millones de ciudadanos otrora despojados de todos sus derechos. Tampoco se puede negar la existencia de corrientes progresistas dentro del islam y el judaísmo.

Huelga decir que en un país laico se fomenta el respeto al derecho de cada persona a creer lo que quiera creer, ya que nuestra propia Constitución lo garantiza (Art. 24). Es decir, cada quien puede libremente aceptar que nuestro planeta fue creado en 7 días (Génesis 1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra…Primer día: Noche y día. Y vio Dios que la luz era buena y separó la luz de las tinieblas…”) –en una época en que, por cierto, no existía esta medición humana del tiempo. O que la Tierra tiene una antigüedad de 6, 000 años -aunque la ciencia ha demostrado que civilizaciones como la egipcia datan de más de 6, 000 años y que la edad de nuestro planeta es de aproximadamente 4 billones de años. O que el hombre fue creado primero que la mujer y que ésta fue formada de una costilla de Adán –lo cual ya exhibe una clara misoginia.

Dicho todo lo anterior y porque una sociedad que pondera, que analiza, que exige evidencias que sustenten dichos y afirmaciones vengan de quien vengan, es fundamental para la consecución de una auténtica democracia, es que sería necesario ponderar con mucha cautela la autorización de concesiones de medios de comunicación para la difusión religiosa y, en caso de que así sucediera, la obligada e indispensable promoción y transmisión masiva de programas, seminarios y mesas de debate y análisis de las distintas religiones y su impacto en el comportamiento social. Todo esto con base en el espíritu con el que fue redactada nuestra máxima ley respecto de la laicidad del Estado que debe contemplar, entre otros aspectos fundamentales, lo estipulado por el Artículo 3° constitucional: (: “I…dicha educación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa. II. El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.”

“No creo que nadie tenga que controlar sus actos cotidianos por el miedo a un castigo o la esperanza de una recompensa después de la muerte. Durante su vida, las personas deberían guiarse por el valor que dan a la ética y por respeto hacia los demás.” Albert Einstein

 

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Por aportes de artículos dirigirlos a Ruben Suarez. Uy conaicop.uy@gmail.com 


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