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El ser humano esta dotado de ciertas condiciones especiales que debe cultivar para que puedan crecer y fluir efectivamente
(Delfín Martell) El hombre es reflejo de sus propias experiencias, como consecuencia del aprendizaje por errores cometidos. Está dotado de ciertas condiciones especiales, que debe cultivar, para que puedan fluir. Una especial; la clariaudiencia, que es una facultad de carácter intuitiva por la cual nos sintonizamos con determinadas frecuencias vibratorias que actualizan en nosotros los estados físicos y mentales que les son afines, no sólo convirtiendo esos estados en índices de conocimiento que expresan por sí mismos el sentido de lo que la vibración simboliza, sino determinando el automatismo mental que traduce ese sentido y lo hace inteligible a través de la inteligencia emocional.
Esta inteligencia explica la respuesta motora a estímulos sonoros del cuerpo expresados en ritmo.
En este caso los llamaremos códigos sonoros vinculados a la acción de la palabra o el sonido haciendo aflorar en el consciente lo que la palabra o el sonido convencional interpretan; y en el subconsciente lo que la inteligencia primaria asocia a la vibración emitida por el vehículo sonoro.
El subconsciente a través de la inteligencia emocional primaría asocia al hombre hacia el arte de sanar
Es necesario considerar la duración temporal de los sonidos respecto a la medida del tiempo, el compás y el ritmo.
Aquí nos referimos al lenguaje musical, aunque bajo la óptica de la intuición es necesario vivir el sentido auditivo. Este es diferente en cada persona y genera sonidos especiales; y en otros casos por medio de voces que parecen venir de la lejanía, ráfagas de aire, o murmullos que surgen y se van con rapidez. Ecos inquietantes que más que percibidos por el oído parecen surgir del corazón. Una vez más la trilogía: Intuición+ Imaginación+ Técnica nos orientan.