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Las sombras, un camino tortuoso entre abismos
Fuente Literaria. / “N° 91
Pesa, pesa, el deseo recordado, es la imagen del amor hasta el cielo.
Volvimos a las sombras, al frente, la pasión por la figura.
La muerte llego y, no pude quitarte de sus garras. Tendido al aire
Levanté mis voces.
En señal de un mundo caído. es el clamor de todo el espacio, es la nada
Al abrir los ojos
Exhala el tiempo, amores caídos. Es la tristeza, sin donde, volvimos a las sombras
Al frente, la pasión por la figura.
Pesa, pesa, el deseo recordado con fango, lágrimas, odio, injusticia, es la imagen
Del amor hasta el cielo en la luz pura.
Eras un niño entre nuestros brazos, habías llegado, tu escuela en la calle Soublette,
Tu bachillerato en el Pedro Gual, tus estudios en la Universidad Central de Venezuela.
Latir, secreto entre los cuerpos, espíritu, como también lo fui.
Eras un niño entre nuestros brazos, habías llegado. Goce o pena es igual, no quiero recordar.
Te fuiste de luto, sin retorno.
Eres una imagen, hasta que se fueron.
Es el amor y la pena. El amor no tiene forma. Bien se, que tú eres, ese día fue una fecha vacía.
La vida, no es un delirio sombrío. Es el día, ante altas ramas.
Todo es inhóspito, es el viento, es el día ante altas ramas, te vimos nacer.
Escucha tu destino y no despiertes. Cuando caes en el tiempo, ya son eternidades.
Perdidas hoy.
Gracias por todo y nada. Desnudo, es una pausa por la selva remota, traspuesto el tiempo.
Buscamos la dicha, en una flor de lluvia.
Ojos sin luz de arena caída, nadie sabe adonde acaba el mundo. Son jirones de frío.
Terminaste en las nubes, más allá de la vida
Es un fondo en la noche, viajando hacía la nada. Es un aire navegable. Un pretexto
Vago en las sombras.
Somos ignorados de todos, cuando partimos. Sabes nada de nadie, es un amor
En sus manos de tierra, como la sombra misma, de su color amargo. Sonrisa de antaño
Adonde acaba el mundo.
Los cuerpos palidecen como olas, buscaron la flor jamás abierta, deseos terminados
En nubes.
Tanto, ha llovido desde entonces, equilibrio de un cielo, dentro de otro cielo.
La mirada de lluvia.
El carnicero, hace su trabo, expoliar y las almas se van a territorios extraños
Todos naufragan, tanto ha llovido desde entonces, quedamos viejos en esta tierra
Bajo la muralla de los carteles.
Sonreír, hacen muchos. Es la ignorancia ante la vida, son una tumba y abren las
Luces apagadas
Cruza el llanto, mueren por ti. Latir el secreto entre los cuerpos vivos
Hasta el rigor del cielo.
Todo el frío, ante la brusca tristeza es la estela sin retorno, es el arrastre a las soledades
Frente a frente, nos veremos en el juicio. Adonde nace, crece, engendra y muere la vida.
Nos desprenden los pálidos fantasmas de las columnas rotas. Te fuiste, cuán lejos del pueblo nativo.
Canta tus aires fielmente. Cada amor tiene su aire, es llenarte todo el espíritu.
Es la celada, cobro su presa por las imprudencias, años en nuestros pensamientos,
Los amigos son una falsedad y solo traen angustias.
Son días, es el tiempo
Aquel que da la vida, la muerte da con ella. Todo es una sombra perfecta
Su razón al vivir y la locura.
Rumbo prohibido, todos lo conocemos, con su existencia y motivo. No estaremos,
Tu aquí, yo allí.
Encontramos la paz, es el pastor la dulce suerte, desde el alba hasta la noche.
Nací en una tierra, al atardecer. En el hospital viejo de Puerto Cabello., a lo lejos, la playa aún dormida, ya estoy en el agua. Mi alma se regocijo cuando crecí junto al malecón y el tiempo había demorado en verme llegar. Ahora soy un hijo de la soledad, no se quien marco ese tiempo en mí. Sin remordimiento y afanes, comprendí que la vida, es la otra mitad del vivir, no se hacer otra cosa sino vivir. Despedí a todos por su falsedad, hasta la familia por su hipocresía. No quiero ser un cuerpo mal descansado y ardoroso. Deseo un bienestar animal que regocija el alma.
Mis hermanos disfrutaron de papá, no fue mi suerte, sus ideas lo llevaron a pasos presurosos. Nada hay más allá, solo intromisión de gente extraña en asuntos familiares, les gusta lo regalado. Con su idolillo oscuro.
Cuando somos hermanos mi respiración está en ti hermana, que allá en el fondo de tu alma, que el aire dejoso y sutil que orea tu alma, te haga recordar la atmósfera lejana en Tamare junto a la presente, no significa para esto, olvido y desdén, sino coincidencia y amistad rara, sostén tu imagen y deja las amistades raras, mira a mi hermanito, recuerdo, cuando niño iba a la Escuela Estatal Guzmán Blanco en La Soublette con Navas Espinola, lo esperaba cada mediodía en la vieja casa de La Soublette que tocase, mientras con el manual del cuatro o la guitarra movía las cuerdas, hasta que un día, mamá vino en su carácter, siguiese tocando y me partió el cuatro y la guitarra en la cabeza y con la impresión tuve que drogarme tres días con pastillas Parsel y encerrarme en un cuarto oscuro, porque lo forre de cartones para no saber nada del mundo.
A mi hermanito lo abrazaba, lo cuidaba le cocinaba y mientras mamá hacia otras cosas, yo estaba pendiente de él y de ti. Deseaba que conociera el afán secreto de la vida. La infancia se sostiene, la mayoría de edad no... Dejaba que el aire del malecón golpease mi rostro y develara sus secretos. No me digas que me equivoque, tengo razones para ello, jamás un médico ha tocado mi cuerpo, un mal espíritu ha ocasionado un mal en mí, se como sacarme los muertos de encima. Nunca me he tomado una pastilla para la tensión arterial. Crecí bajo el ropaje de Dios y sus ángeles y he visto la luz de la cuarta dimensión.
Lo sabes, muy bien. Eras la protegida de papá y cuando recién nacida te llevaron a la cuadra inmediata de nuestra casa en Tamare, frente a la casa de los quíntuples Prieto- Cuervo, hicieron un festejo y brindaron. Hasta marcar la medianoche, papá tenía que irse a Lagunillas para tomar la lancha y estarse en la estación fluvial petrolera por quince días, eso días tuve que cargarte y dar de comer, mamá se metió con una plomera y tuvo que inyectarse contra el mar de rabia y la alcaldía acabar con las palomas y la estructura donde dormía, detrás de nuestras casas había muchas matas de merey y yo los tomaba para dárselo a Eliécer y que no se enfermarse de gripes.
Una vez, me lo lleve al Seminario Kermaría de La Grita y estuvo quince días disfrutando de la piscina y en las tardes de los juegos de vóley- ball. Los domingos, el alta mayor se vestía de honor, precedido de monaguillos, niños de faz del páramo y estudiantes del liceo militarizado Jauregui, las tres cocineras, Josefa, Antonieta y Matilde le atendieron con prontitud y en la cocina colocaban música y daban pasos de baile, entre seguidilla y minué y, conseguí unas castañuelas y en sus manos repicaban ligeras. Papá, nos iba a buscar con mamá y se quedaban en una finca de amigos y era retozar con los ovejos y comer duraznos.
Así, fue nuestra infancia y vida adulta, ¿Qué pasó? Cayó la bóveda de los amigos infieles, el silencio con el silencio de la amarga embriaguez y su corazón alegre por un asado de parrilla.
Las dos alas gemelas del miedo y la esperanza. Lejos aún esta la madrugada.
Todo aquí a solas con la soledad, es un sueño.
Es su memoria.
Lejos aún esta la madrugada con su insomnio tenaz o sus sueños, es el pensamiento.
Nace un pétalo de nuevo.
Mordiendo el tiempo, sin aliento en un arrebato, de rencor placentero, de gozo degradante.
Todo, cambia de todo, es el antiguo deseo.
Llegaste al mundo, que fue tuyo en otro tiempo, lo verías en el futuro, espera hermanito.
Soñando siempre, los amigos no existen poco pensaste en la vida y el placer, siempre alguien a tu lado
Hermanito, estoy enojado, tanto silencio conmigo y nunca me oíste. Quizás me veas en el futuro,
Al destino, ni el destino tentarse dejaría.
Te abrazo, a cada instante déjate arropar por el tiempo que es la nada sin retorno. Acaso, quien lo sabe,
Emiro Enrique Vera Suárez/ 16.12.2020.