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¿Realidad o fantasía?
Cuando nuestros hijos son pequeños, escuchamos hablar de la adolescencia como si fuese una etapa difícil de atravesar con ellos, pero lo cierto es que llegamos a ella muy rápido y la mayoría de las veces sin estar preparados para poder apoyarlos durante ese proceso. Se nos crecieron los hijos y todavía los seguimos llamando niños... Y es que seguirán siendo nuestros bebés, aun cuando ya sean adultos y tengan sus propios hijos. Que difícil es admitir que han crecido... La mayoría de las veces tenemos problemas de comunicación y sobreproteccion, a causa de que seguimos viéndolos como si fueran niños pequeños y nos negamos a aceptar que están preparándose para vivir etapas de mayor responsabilidad en las que nuestro apoyo, información, comprensión y comunicación son imprescindibles para salir exitosos de las pruebas que les depara la vida.
La adolescencia no significa una época de problemas para todos los jóvenes. Por el contrario, es una etapa maravillosa en la que descubrimos nuestra identidad, adquirimos una nueva visión del mundo, establecemos nuestras propias relaciones con amigos y además, comenzamos a evaluar a las figuras de autoridad para definir nuestro lugar con respecto a ellas.
Si como adolescentes encontramos amor, apoyo, comprensión, respeto y espacio para la expresión de nuestros sentimientos, vivencias e ideas, contaremos con un hogar a salvo donde refugiarnos o fortalecernos para enfrentar cada etapa de la vida. Además tendremos la fuerza y la madurez necesaria para manejar y evaluar las influencias que tengan los amigos y las circunstancias exteriores.
La calidad de relación que llegamos a tener con nuestros hijos, comienza a construirse desde la infancia. Debemos crear momentos de calidad para compartir con ellos, mantener una comunicación basada en el respeto que permita escucharlos y conversar con ellos, sin juzgarlos o criticarlos, tratando de comprender lo que están viviendo desde su posición. Hay que fomentar los momentos para intercambiar frases de cariño y reconocimiento, mostrarnos interesados en sus actividades y procesos personales para que la relación se fortalezca y perdure la confianza en el tiempo.
La felicidad de tus hijos adolescentes depende en gran medida de la comunicación que tengas con ellos. Con tu amor incondicional lograrás que esa etapa sea menos duficultosa para ellos y para ti.